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Un siglo con la fuerza del agua

El Molino del Abuelo, en Prado, vende harina a Madrid y A Coruña

Daniel Pampín y Moncho Cuiña, en las instalaciones del molino. // Bernabé/Javier Lalín

En 1918, hace 98 años, Eladio Cuiña Taboada decidió montar un molino de agua en uno de los márgenes del río Santa Lucía a su paso por Prado. Comenzó con una sola piedra y cobrando la maquía, esto es, una parte de la harina resultante. Hoy, casi un siglo después y bajo la gerencia de Moncho Cuiña, El Molino del Abuelo dispone de dos piedras que se mueven con la fuerza del agua todo el año, ya que es muy difícil que el caudal se quede sin agua y, si se quedase, "el molino dispone de una cuba que almacena agua para darle potencia. Hay un canal que garantiza que la cuba esté llena", explica el responsable de marketing y labores comerciales de la empresa, Daniel Pampín.

Pero con el paso del tiempo, las dos piedras de agua se hicieron insuficientes, así que hace 10 años, con la última reforma que se acometió en las instalaciones, se colocaron otras cinco piedras a motor. Y no es para menos, porque El Molino del Abuelo convierte en harina entre unos 18.000 y 20.000 kilos de grano de trigo a la semana, aunque también se muele centeno y maíz. Sus principales abastecedores son productores de Xinzo de Limia, con los que se mantiene siempre una reunión previa a la campaña de siembra para acordar el precio que se pagará por el cereal. "Creemos en el producto de cercanía", sostiene Pampín. Por eso, el maíz procede en parte de fincas gallegas y en parte de Portugal, ya que no es suficiente con el producto autóctono. El centeno viene también de Xinzo y el país luso.

En la empresa trabajan cuatro personas. Dos de ellas asumen la molienda y la distribución a panaderías de las Rías Baixas, A Coruña, A Costa da Morte, Ourense y Madrid.

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