-¿Es el ciberacoso una realidad preocupante?
-Sí. Los chicos tienen una escas cultura de la privacidad y aportan todo tipo de información, de fotos... Y toda esa información puede ser utilizada en su contra.
-¿Qué lo caracteriza?
-Una vez que se envía esa información, las personas que se dedican a ese ilícito penal se ponen en contacto con el chico e intentan convencerlo mediante regalos o por otros medios de que le muestre fotografías desnudo... La finalidad es siempre tener un contacto real con el niño o la niña.
-Así que gran parte del ciberacoso es de índole sexual...
-Sí, sí. Aunque hay varios tipos. El grooming es el que ejerce un adulto sobre un menor con una finalidad sexual.
-¿Hay patrones de conducta reiterados?
-No hay un patrón definido. Cuando detenemos a personas que se dedican a este tipo de acoso encontramos de todo: todos los estamentos sociales, de cualquier profesión...
-¿Existe un prototipo de persona proclive a sufrirlo?
-Los niños más introvertidos, que prácticamente no tienen vida real y se relacionan a través de las nuevas tecnologías desde su habitación quizás sean los más proclives.
-¿Qué pueden hacer los jóvenes y sus padres para evitarlo?
-Una regla muy sencilla: aplicar el sentido común, que es el menos común de los sentidos. Si no le daría información a alguien que me pregunta por la calle, no la voy a dar por la red. Y los padres estamos obligados a saber qué hacen nuestros hijos tanto en la vida real como en la virtual.
-¿Qué hacer ante un ciberacoso?
-Hay que denunciar en el minuto uno. No se puede esperar. Va a más. Se entra en una espiral que no tiene un retorno sencillo. Hay que denunciar y atajar el problema de raíz.