La reseña biográfica que hiló, ya en el interior del templo parroquial, Valentín García sirvió para recordar o descubrir diversos detalles curiosos y significativos tanto de la trayectoria como de la persona de Manuel Reimóndez Portela. Rememoró el secretario xeral de Política Lingüística que el bautizado como médico dos pobres quiso invertir todo su hondo conocimiento en San Miguel de Castro, donde fundó una clínica que no tardaría en convertirse en un referente. Personas intervenidas en este centro acudieron ayer a la conmemoración del centenario del nacimiento de este médico en señal de agradecimiento y reconocimiento a su labor. En estas dependencias sanitarias logró incluir Reimóndez el primer aparato de Rayos X de toda la comarca, en una época en la que había que pelear para que la potencia eléctrica fuese suficiente para hacerlo funcionar.

Hombre científico y analítico, una de las grandes virtudes de este estradense era su capacidad para escuchar verdaderamente al enfermo. Quienes le recuerdan sostienen que defendía que, en muchas ocasiones, valía más coger la mano del enfermo que todas las medicinas que se le pudiesen recetar. Aspectos de su práctica profesional como médico rural están recogidos en su obra Un médico na aldea.