La falta de vocaciones religiosas obliga ya desde hace años o bien a asignar varias iglesias parroquiales a un mismo sacerdote o bien a ofrecer misas en domingos alternos. Hace tiempo que se terminó lo de un sacerdote por parroquia y, de hecho, en el arciprestazgo de Deza solo se conoce un caso, el del párroco Julio Insua, que se encarga de la silledense de Negreiros.

De este modo, en las parroquias es habitual que un sacerdote se encargue de entre dos y seis parroquias, aunque hay casos en que un mismo cura guía hasta nueve localidades, como es el caso de José Antonio García Otero, pastor de los fieles de Zobra, Soutolongo, Parada, Moimenta, Lodeiro, Lebozán, Cercio, Cello y Cadrón. En idéntica situación se halla José Criado, que tiene ocho parroquias bajo su tutela: Méixome, Madriñán, Losón, Anzo, Busto, Merza, Fontao y Losón.

En Vila de Cruces, sus párrocos optaron por oficiar misas en domingos alternos. Es lo que ocurre en Santa María de Piloño, San Mamede de Bodaño o Santa María de Asorei, entre otras. A modo de curiosidad, solo la iglesia del casco urbano puede permitirse el lujo de tener una misa diaria, a las 19.00 horas. Otros templos, vista la escasez de sacerdotes, optaron por tener liturgia los sábados en lugar de los domingos. Es lo que ocurre en la de Santa María de Arnego o en San Xinés de Ferreirós.