Manuel Abeledo deja muchos amigos en su tierra natal y también decenas de ellos que conoció tanto en su profesión como después ya en la política. Algunos de los que lo trataron durante casi toda su vida destacaron de él que en la vida pública fue un político discreto, trabajador y poco proclive a la suntuosidad. En 2003 fue homenajeado en un acto celebrado en el castillo de Soutomaior. Manolo, como era conocido entre sus allegados y amigos, se fue discretamente como había sido su brillante trayectoria profesional y vital.