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Victoria Nóvoa Pereira: "Yo distingo a un peregrino por la forma de hablar incluso cuando llaman por teléfono"

"El peregrino agradece todo lo que le haces; el que viene por turismo barato o para conocer Galicia, no"

Victoria Nóvoa junto a varios peregrinos portugueses en el albergue de Bendoiro. // Bernabé/Javier Lalín

-¿Cómo fue su experiencia durante 25 años trabajando en la fábrica de la firma Florentino?

-Muy bien. No lo echo de menos porque aquí estoy muy contenta. Yo estuve siempre trabajando en lo que se conoce como la cadena de la empresa. Es un trabajo muy sujeto porque recuerdo que te lo pensabas mucho antes de pedir permiso, por ejemplo, para pedir permiso para ir al médico. Florentino siempre fue la empresa más emblemática del textil de Lalïn, y más aún ahora, que con la crisis pocas quedan por aquí. Tengo que decir que él siempre pagó muy bien, tenía y tiene fama de eso, algo que pude comprobar en los 25 años que estuve trabajando.

-¿Se trabaja más que antes en un sector tan exigente?

- Nosotros trabajábamos muchísimas horas. Nosotras nunca teníamos tiempo para pensar en la dimensión de la empresa porque estábamos nueve horas y media allí. Y me dio tiempo a criar a mis hijos y todo. Yo tengo dos hijos, y entonces no había tantas guarderías como hoy porque sólo había una en donde dejarlos. Tenías que buscar tiempo de cualquier parte porque no había otra solución. Había que llevarles la comida y todo.

-¿Le gustaba el trabajo que realizaba en aquella época?

-Sí me gustaba. También es cierto que no había otra cosa. Antes no podías pensar en si te gustaba o no el trabajo que tenías. Y ahora lo mismo, tienes que trabajar y tienes que hacerlo. A mi me gusta más esto de estar en el albergue. Aquí cada día es distinto al anterior y, también, al siguiente. Después de todo, el trabajo que hago aquí es un trabajo muy bonito. Aquí escuchas los problemas de la gente y te olvidas un poco de los tuyos. Además, conoces a muchísima gente de distintas partes del mundo, oyes idiomas de muchos lugares y todo eso.

-¿Cuál es el problema más inmediato del albergue?

-El de que te viene mucha gente de vuelta. Van a Santiago y regresan sin tener a donde ir porque no tienen casa ni nada parecido.

El Camino de Santiago es una fuente inagotable de anécdotas de todo tipo. Eso lo sabe muy bien Victoria Nóvoa Pereira, una lalinense que se encarga del albergue de Bendoiro desde su inauguración, que en abril hará 14 años. El coqueto recinto, que combina tradición y modernidad en su diseño arquitectónico, es también el local social de esta parroquia lalinense, cuyo mantenimiento no resulta nada sencillo a tenor de la ingente cantidad de personas que lo utilizan a lo largo de todo el año.

-¿Qué distingue al albergue de Bendoiro del resto de locales que existen en el Camino de Santiago?

-Yo pienso que todos los albergues de la Xunta están muy bien. Este quizás sea el más nuevo de todos los que existen en la extensa red del Camino de Santiago. Si no recuerdo mal, fue el último que hicieron, y fue unos meses antes que el de Outeiro. Hace tres años abrieron el de A Bandeira, pero claro son módulos, este fue el último que levantaron con estas características.

-¿Cómo se lleva un recinto así durante tanto tiempo? ¿Es una especie de gobernanta o algo así?

-Lo llevo como puedo. No me siento para nada ninguna gobernanta de esto. A mi tienen que cuidarme el local. La prueba es que cualquiera que viene aquí lo puede ver que está tal y como me lo entregaron. Tengo que atender a la gente y, por supuesto, también cobrarles. Les cobramos 6 euros por cada noche que están aquí y les damos un recibito en conforme han pagado su estancia con nosotros. El dinero hay que ingresarlo en una empresa que lleva el Xacobeo. No me parece nada caro porque hay que tener en cuenta que en el precio se incluye todo. El recinto hay que limpiarlo a la mañana y tiene que estar abierto de 13.00 a 22.00 horas, incluyendo los sábados y los domingos.

-¿Resulta complicado tenerlo en perfecto estado de revista?

-Últimamente es más complicado aún porque hay alguna gente que te viene con exigencias como una cama individual, y hay mucha gente que te lo deja a la mañana todo patas arriba. También viene muy buena gente, no cabe duda. Nosotros siempre decimos que para el que es peregrino resulta un encanto estar aquí. Sin embargo, el que viene por turismo barato o por conocer Galicia ya es otra historia. El peregrino agradece todo lo que haces, el otro no.

-¿Se llega a distinguir al peregrino del que no lo es cuando entran por la puerta del albergue?

-Yo ya los distingo incluso cuando te llaman por teléfono. Por la manera de hablarte ya los distingues. El que es peregrino de verdad repite, y se le nota que no es la primera vez que hace el Camino. También viene gente por primera vez a hacerlo y es un encanto. Yo tengo amigos en todas partes. Hasta los hay que te llaman por Navidad para felicitarte y todo. Yo siempre les digo que les doy lo que me permiten y me dan a mi, y que no les puedo dar más porque no lo tengo. Nosotros tenemos unas normas que están ahí, y que hay que cumplirlas. El Xacobeo, por ejemplo, no permite que nadie ponga la ropa encima de los radiadores de la calefacción, y eso es un constante problema que tenemos todos los años. A nosotros nos pusieron aquí, entre otras cosas, para hacer que todo el mundo cumpla las normas. Este año estuve hasta la medianoche de Fin de Año con unas 12 personas en el albergue.

-¿Qué fue lo mejor que le ha pasado desde que regenta el albergue de peregrinos de Bendoiro?

-Muchísimas cosas. A mi me gusta que haya gente que ha estado en el albergue y que ya para en mi casa. Son muchos años los que vienen, y terminamos haciendo muy buenas migas. Recuerdo un día que esto estaba a tope de gente y estando fuera hablando con mi marido vi que vienen cuatro peregrinos en dirección al albergue. Le dije a mi marido que no sabía qué hacer porque no tenía más sitio. En eso que oigo que nos llaman a mi marido y a mi por nuestros nombres. Fue algo que me hizo mucha ilusión, la verdad. Hay gente a la que le tienes que decir que ya no tienes más sitio porque tampoco te puedes arriesgar a meter a nadie con una colchoneta por hacerle un favor. Nosotros tenemos un seguro para cada persona que pernocta aquí. 28 plazas, 28 seguros, y si metes a alguna persona más, tienes algún problema, ¿y qué pasa? Y si no los metes, ¿qué haces con ellos en la puerta?.

-¿Sigue viniendo más gente en verano que la época invernal?

-Por supuesto. Ya empezamos a recibir gente en Semana Santa, y después es seguido hasta el mes de octubre. Y no paramos ni un sólo día, sea Año Santo o no. Hay algunos que lo hacen cuando no es Año Santo por temor a no encontrar sitio en los albergues. También los hay que vienen en pleno invierno porque quiere evitar las típicas aglomeraciones del verano.

-¿Vienen peregrinos de todas las edades o predominan algunas?

-Te vienen de todas las edades e incluso familias enteras. Vienen muchos grupos de estudiantes extranjeros. El otro día vino un grupo de 14 estudiantes norteamericanos, de los muchos que vienen de allá porque lo tienen en los estudios como una asignatura más. La mayoría que viene de los Estados Unidos empiezan en Ourense porque desde ahí tienen los 100 kilómetros necesarios para que les den la Compostela. También tuvimos a unos irlandeses que no los pudimos recoger más porque como en Irlanda no les dejan beber, aquí se desquitaban. Por aquí han pasado gente de todo el mundo. Los peregrinos que menos abundan son los procedentes de Israel, que también tuvimos. Este año hubo muchísimos japoneses. Hasta marzo predominan los extranjeros.

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