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Silvia Della Maddalena: "El románico es lo que más me emociona"

"En Galicia vi al hombre que camina pegado a la tierra, entero, digno y humilde"

La pintora Silvia Della Maddalena, ayer, en Lalín. // Bernabé/Gutier

Después de recorrer media España junto a la viuda del pintor con raíces silledenses, Alberto Delmonte, Silvia Della Maddalena recala en la comarca de Deza con la misión de pisar la tierra de los antepasados de la esposa de su mentor artístico. Este menuda pintora argentina regresa mañana a Buenos Aires con la misión cumplida de seguir los pasos de su insigne maestro, un hombre con familiares políticos asentados en las parroquias trasdezanas de Cortegada y de Oleiros.

-¿Qué significa para usted la figura del pintor Alberto Delmonte?

-Él fue nuestro maestro, que creó un taller hace ahora 35 años siguiendo la tradición del constructivismo rioplatense, o sea de la escuela de Torres García. Yo soy, digamos, su discípula dilecta y quedé a cargo del taller desde hace una veintena de años. Lo principal de este taller es que sigue la tradición de la buena pintura y renegamos un poco de los paradigmas contemporáneos como eso de nacer de la nada. Apuntamos no sólo a la tradición de la pintura universal sino de la tradición pictórica sudamericana, y yo ahondé en la parte de nuestra historia anterior a la creación de las repúblicas que conocemos hoy.

-¿Se puede decir que su pintura es un reivindicación de las culturas precolombinas de la zona?

-Sin duda, mi pintura tiene un inconfundible aire precolombino, que es un poco la idea que también tenía Torres de ahondar en las culturas primigenias de América, y yo específicamente trabajé mucho en ese sentido y nos sólo desde la pintura, sino también desde la música. Siempre en el proceso de toma de las tradiciones existe una nueva conformación de la imagen a partir de todas las influencias que uno a tenido, claro. Yo tengo antecedentes españoles pero también italianos, y mi pintura encaja más dentro de la tradición italiana por la búsqueda de la forma cerrada. Es más, hace poco me enteré de que hay un maestro del Trecento italiano con mi apellido. También reivindico la filosofía que en realidad tiene puntos en común de todas las tradiciones de los pueblos en ese punto en que el hombre estaba más integrado en la naturaleza, y tenía un sentido de comunidad que se estaba perdiendo en la actualidad.

-¿Le gustaría exponer su pintura en España algún día?

-Por supuesto que me gustaría y supongo que también sería posible, aunque cruzar el charco con obras no es ninguna tontería. Siempre es complicado el traslado de obras al exterior, pero en la Argentina haciendo los trámites que corresponden para estos casos se puede llevar a cabo tranquilamente. Creo que hay que tender esos puentes porque mi tatarabuelo era descendientes de italianos y pienso que el hombre tiende ahora a lo que fue originalmente porque pienso que todos mestizos. Hablo de tender puentes de visualización de lo que se hace allá. Yo cuando entré en El Prado no me lo podía creer porque el contacto con la obra te conmociona. Es una especie de shock porque en realidad es un contacto con el espíritu del otro. SE me pone la piel de gallina recordando lo que fue ver la huella de esas manos universales.

-¿Tiene algún estilo artístico europeo que le encandile?

-El románico es de lo que más me emociona. Las iglesias románicas que tuve la suerte de contemplar aquí me encantaron y creo que tengo fotos de cada piedra que vi estos días. El románico es sacro y, a la vez, monumental. Esta es mi primera vez en Lalín y su comarca gracias al deseo de la viuda de Delmonte y me invitó a venir. Después de 20 días nos volvemos el jueves.

-¿Algún recuerdo agradable, además del románico?

-Cada zona de España que visitamos durante estos días tiene su encanto. En Galicia me impresionó la presencia del paisaje y su magnífico color verde. En el madrileño percibí la elegancia y la prestancia que se ve en los edificios y en las calles; el andaluz tiene ese salero tan especial; al de Barcelona lo comparo más con el porteño por su arrogancia; y aquí en Galicia lo que vi fue al hombre que camina apegado a la tierra, entero, digno y humilde. Yo creo que todo esto lo da el paisaje y no es casual que el románico se diera tanto en este sitio.

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