El sector del ladrillo fue durante años uno de los que más empleo generó en Lalín. La construcción funcionó durante un largo período de tiempo con unas proporciones desmesuradas. Los bloques de viviendas proliferaban por la periferia del centro, con pisos que se vendían casi sobre plano, y casi sin rematar un bloque de pisos ya comenzaba a construirse otro. Fueron años en los que el precio del suelo alcanzó unos valores elevadísimos para una villa mediana como Lalín y algunos pisos de promociones más modernas tenían un precio final más elevado que en muchas de las ciudades gallegas. Particulares ganaban dinero con la venta de sus fincas, los constructores con la comercialización de los pisos y el Concello con los millones de euros que esos años entraron en las arcas municipales vía tributos.

El resultado: Lalín era en 2011 -cuando el Estado elaboró el último censo de población y viviendas- el Concello de España de su categoría con más inmuebles desocupados: 3.307. Esta escandalosa cifra representó entonces que casi uno de cada tres casas o viviendas estuviese vacía. La capital dezana, con un porcentaje del 28,2% de hogares sin ocupar fue el tercero en toda España de más de 20.000 habitantes con más inmuebles sin inquilinos. Este problema no es ajeno a otros concellos como A Estrada, pero con un 18% de hogares vacíos, queda muy lejos de los registros de Lalín.