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El legado de quien metió su tierra en la maleta

La solidaridad de los emigrantes auspició la creación de 13 escuelas en A Estrada

Grupo escolar José Antonio. // Arquivo da Emigración

El futuro se presentaba incierto y no tuvieron más remedio que hacer la maleta para intentar labrarse un porvenir más prometedor al otro lado del Atlántico. Cuando llegaron a América, muchos emigrantes se encontraron con que su formación académica les situaba en clara desventaja en el mercado laboral, viéndose obligados a aceptar los trabajos más ingratos y peor pagados. Muy lejos de la tierra que les vio nacer, afloró en ellos una solidaria e imperiosa necesidad de contribuir a que sus vecinos no tuviesen que verse nunca en una situación similar. Las escuelas fueron el legado de estos estradenses.

El proyecto As Escolas da Emigración, del Arquivo da Emigración Galega -perteneciente al Consello da Cultura Galega-, realiza un labor de inventario y descripción de las edificaciones auspiciadas por la solidaridad de colectivos de emigrantes gallegos afincados en América. En el caso del Concello de A Estrada, esta labor de investigación cifra en 13 las escuelas promovidas con fondos de estradenses que un día tomaron, como miles de gallegos, el camino de la emigración.

La mayoría de estas escuelas datan de comienzos del siglo XX. Después de ser utilizadas durante años como centros de enseñanza, la mayoría continúan a día de hoy ofreciendo un servicio a la ciudadanía como locales de reunión de la parroquia, sede de asociaciones vecinales y algunos son también colegios electorales.

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Desde el referido estudio se recuerda el envío de fondos para la creación, en A Estrada como en otros muchos puntos de Galicia, de escuelas instructivas. Las aportaciones de quienes viajaron a América llegaban en forma de colaboración económica para la adquisición de los terrenos en los que se levantarían estas escuelas, para la propia construcción del inmueble o bien para aportar el material necesario que en ellas habría de utilizarse.

Se explica que la intervención de los emigrantes gallegos en el fomento de la actividad educativa en su tierra natal se realizó de dos modos, primero de manera individual y más tarde de forma colectiva. Desde el citado proyecto se aclara que la primera modalidad de colaboración se inició ya en el siglo XVII, con la realización de aportaciones económicas de mayor o menor cuantía para equipar escuelas o para su propia construcción. Las aportaciones colectivas llegaron de la mano de las sociedades de instrucción constituidas en América a comienzos del siglo XX. Estas entidades favorecieron la proliferación de las llamadas "escolas de americanos".

En el caso de A Estrada, figuran en los centros educativos auspiciados por emigrantes tanto aportaciones individuales como colectivas, si bien este impulso fue mayor. Hijos del Ayuntamiento de La Estrada en La Habana, la Federación Agraria Comité de Residentes del Distrito de La Estrada en Buenos Aires o las sociedades de instrucción de Curantes y Olives en Buenos Aires, Unión de Rubín, Tabeirós o Unión de Vinseiro y Cereijo figuran entre las impulsoras de algunas de estas escuelas, junto con colectivos de como Hijos de Callobre e Hijos de Pardemarín en La Habana o Hijos de Loimil.

Para agradecer el esfuerzo de estos emigrantes nació en tierras de A Estrada la Romería dos Pereiriños, que durante años reunió a modo de fiesta de fin de curso a escolares estradenses. Con el impulso de promotores como Marisé García y hoy día de la mano de la comunidad educativa de O Foxo, esta fiesta vuelve a aplaudir cada mes de junio el legado de estos emigrantes.

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