La iglesia parroquial de Oirós (Vila de Cruces), situada en el lugar de Eirexa, se quedó ayer pequeña para acoger a los familiares, vecinos y amigos de María Soto, la asistenta asesinada durante el asalto a la casa rectoral de la parroquia padronesa de Cruces el pasado domingo. Pasaban apenas unos minutos de las cinco de la tarde, tal y como estaba previsto, cuando los restos mortales de la vecina llegaban desde Santiago a la iglesia para dar comienzo los funerales. Tras una lluvia tormentosa minutos antes, el cielo concedió un respiro para celebrar tanto las exequias como el sepelio posterior.

Muchos se acercaron hasta la iglesia procedentes tanto de la parroquia cruceña de Oirós y sus alrededores como llegados desde A Escravitude, donde vivía en la actualidad la finada. Y no solo vecinos sino también un gran número de párrocos se congregaron ayer en Oirós para despedir a María Soto. Más de una docena de sacerdotes acompañaron al arzobispo de Santiago, Julián Barrio, quien ofició la ceremonia. Además, también el obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, natural de esta parroquia cruceña y familiar directo de la fallecida, estuvo presente en los funerales. En una homilía cercana y desde el cariño, el arzobispo recordó a "la señora María por su vitalidad, cada vez que llamaba a don Ramón", destacó. También la definía "su fidelidad tanto a Jesús como a los demás", explicó durante su intervención el arzobispo. Vecinos y conocidos coincidían ayer, al recordar a la difunta, como una mujer callada, devota y "que no se metía con nadie".

En un templo abarrotado, los familiares de María quisieron mostrar su agradecimiento por las muestras de cariño recibidas tanto de los responsables eclesiásticos como de los vecinos y amigos de la fallecida, con un comunicado realizado por un representante de la familia al remate de la ceremonia religiosa y antes de proceder al entierro. Además, informaron, que también celebrarán unos funerales en la parroquia de A Escravitude, aunque está por confirmar fecha y hora. Así, los restos mortales de María Soto, la señora María, descansan ya en el panteón familiar del cementerio de Oirós, junto a los de sus padres.

Aunque el párroco de Santa María de Cruces (Padrón), Ramón Barral, quien sufrió el altercado el domingo y permanece aún convaleciente de las heridas causadas por los asaltantes, según confirmaron allegados al religioso, no acudió al funeral, si estuvo muy presente durante los oficiosos religiosos. Así, el propio arzobispo disculpó su ausencia y atestiguó su deseo de asistir a la ceremonia. Fuentes cercanas aseguraban, que se encontraba muy magullado y "que evita en la medida de lo posible hablar de lo acontecido", aclaraban. Señalaban, incluso, que el párroco tenía previsto volver a la casa rectoral en la que habían sucedido los hechos, ya que por el momento se encontraba con una hermana en Santiago.

Comunicado

Por su parte, desde la corporación municipal de Vila de Cruces expresaron su repulsa por lo sucedido mediante un comunicado, tachando el acto de "sinrazón y sin justificación". También mostraron las condolencias a la familia de la víctima. Asimismo, el regidor cruceño y varios ediles acudieron a los oficios religiosos para acompañar en esos momentos a la familia. Además, la parroquia cruceña contó ayer, no solo durante el entierro, sino durante toda la jornada con un gran despliegue mediático que no pasó desapercibido para el poco más de un centenar de vecinos con los que cuenta.