La Diputación de Pontevedra acaba de edita un estudio de Manuel Gonzalo Prado González, en el que se ofrece un estudio pormenorizado de las cruces religiosas de Galicia, así como de su simbología, con el ánimo de contribuir a la preservación de este patrimonio arquitectónico y religioso. El documento desvela que la provincia de Pontevedra posee el 41% de todos los elementos de Galicia, ya que en ella se ubican 3.862 cruceros de los 9.378 totales, según el inventario que realizó el profesor de la Escola Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña, Xan Casabella.

Dentro de Pontevedra cobra especial relevancia el municipio lalinense. Ya en el Anuario de Estudios e Investigación de Deza se indica que la cabecera comarcal dezana, con más de 70 cruceiros, petos de ánimas y via-crucis, tiene un número más que representativo de estos elementos religiosos que, en gran parte de los casos, se construyeron sobre monumentos megalíticos.

Esto se debe a que, tal y como apunta Prado González en su estudio, los cruceiros comienzan a construirse en Irlanda en torno al siglo VI y con la finalidad de cristianizar los monumentos paganos. Esta costumbre se extendió no solo a Galicia, sino también a Escocia o Gales, de modo que los monumentos megalíticos acabaron convirtiéndose en cruces o soportes de éstas. No será hasta el siglo XII cuando empiecen a aparecer las primeras cruces de piedra, muy sencillas, y que no derivarían en los cruceiros que podemos ver ahora hasta 300 años después Sin embargo, la auténtica proliferación de las cruces religiosas se da a partir del siglo XVII, quién sabe si como un arma para frenar cualquier brote reformista tras la escisión religiosa que lideró Martín Lutero en Centroeuropa.

Lalín no se mantiene ajeno a esta vorágine arquitectónica. De hecho, su cruceiro más antiguo data de 1675 y preside una pequeña plaza en Lalín de Arriba. El año de construcción puede leerse en una inscripción en la base, medio erosionada. Tras el cruceiro en el casco urbano se construirían los de las parroquias de Anzo (en el lugar de Outeiro) y de Noceda, ambos en 1709, así como el de Catasós (1737), Moneixas (1763) o el de Donsión (1789).

El Anuario de Deza indica que a partir del siglo XIX se multiplica de forma muy notoria la construcción de cruceiros, con nada menos que 43 ejemplares, de los que solo tres conservan su inscripción: Madriñán (construido en 1814), Galegos (1889) y A Veiga (1885). Es muy raro que los canteros firmen sus obras hasta el siglo pasado; de hecho, en las construcciones con más de 100 años solo están rubricados en el Goiás, que esculpió Manuel González Perdiz; y el mencionado de A Veiga, creado por Francisco Otero.

Ya en la historia reciente, Lalín contabiliza 20 cruceiros erigidos durante el siglo pasado, de los que 13 conservan su fecha de construcción y de los que se recuerda su autor. Magín Fernández dio forma al de Cangas , Vidal Payo al del polígono Lalín 2000 y al de Filgueira; O Vila arregló el de Santiso; Xulio González talló el de A Xesta; Xavier Arias firma el de Albarellos y Antón Gil restauró la cruz del de Bermés.