Como cada domingo de Pascua, Abades celebró ayer su Festa da Rosquilla, un cita que nació en homenaje a aquellas rosquilleiras de la parroquia que hace alrededor de un siglo iban de fiesta en fiesta vendiendo sus dulces. A sus veintiocho años, el evento es ya un referente en el calendario festivo local y la perfecta excusa para reunir a los vecinos. En un día como el de ayer, la parroquia, con apenas 130 vecinos residentes, multiplica la población para rendir culto a su típico dulce y rezar a su patrona, la Virgen del Carmen.

La imponente capilla acogió la misa al mediodía, cantada por el Coro de Ponteledesma, y la ofrenda a la virgen. Minutos después de la una de la tarde, los fieles salían en procesión alrededor del templo, tras las imágenes de San Antonio, la Virgen de los Desamparados y la Virgen del Carmen. Entre los asistentes, y a la marcha marcada por la Banda Recreativa e Cultural de Bandeira, estaban el alcalde, Manuel Cuiña y el concejal Luis Rodríguez; el portavoz del PP, José Luis Espiño; o el secretario xeral de Política Lingüística, Valentín García, natural de la parroquia.

Los actos religiosos dieron paso a los gastronómicos. Tras la entrada de los bailarines de Fortín da Pomba y de los integrantes de la formación bandística en el campo de la fiesta, con sus respectivas interpretaciones, se dio paso a la subasta de los treinta bolos participantes. La puja, a cargo del propietario de la librería Follas Novas y vecino, José Luis Colmeiro, se inició a las 13.48 horas y finalizó a las 14.50 con una recaudación de 1.545 euros, la mejor cifra en, al menos, los últimos dos años. Los primeros lotes adquiridos fueron los cuatro galardonados. La composición 'Air Abades', una maqueta de un avión recubierta de rosquillas elaborada por Manuel Colmeiro, del lugar de Bazar, fue elegida la más original. Su comprador fue el joven Mon Moares, vecino de A Pobra do Caramiñal. El precio de salida era de 40 euros, y el abonó 65.

El primer premio, con nueve puntos, fue para el bolo de Casa Taboada, de Campomarzo. Su subasta partió de 100 euros y remató en los 350 que abonó Juan Carlos Espiño. La cesta de dulces será degustada en el Bar Restaurante Mariño, que regentan en Irún Javier Mariño, natural de O Corpiño, y su esposa, Lucía Ares, de Martixe. "Es un colaborador de esta fiesta y tiene mucha devoción", explica Espiño, a quien el restaurador encargó que el abono del primer premio "no bajara de 300 euros".

Espiño y su primo Rafa Millán compraron también, por 100 euros, el segundo mejor bolo, de Amparo Colmeiro, de Bazar, que degustaron ya en la propia fiesta. El tercer premio, con siete puntos -uno menos que el segundo- fue para la Casa de Ansemil, en Piñeiro, que se vendió por 50 euros, diez más que el precio inicial. Formaron parte del jurado Juan Agra y Mario Brea, integrantes de la banda bandeirense; y Luis Pérez, en representación de la Festa da Castaña de Breixa.