Al centro de Mouriscade acuden 24 de los 46 socios de Aspadeza. Su directora Ángeles Baldonedo, explica que el año pasado y a través de Fademga, tres de sus usuarios trabajaron en la empresa Embutidos Lalinense, dentro del programa de empleo con apoyo. Este sistema permite que el futuro trabajador acuda con un preparador laboral durante unos dos meses y en periodo de prácticas, de modo que cuando lo contrata la empresa ya está totalmente formado. Dos de los jóvenes, trabajaron durante los cuatro meses siguientes como peones en el matadero, realizando labores de envasado, y uno de ellos continuó en la firma lalinense otros ocho meses. Su contrato terminó en marzo, pero es más probable que vuelva a su puesto. El tercero trabaja desde noviembre de 2011, es decir, hace ya año y medio, como ordenanza en esta empresa. Baldonedo menciona, además, a otro usuario de Aspadeza que desde 2007 está como indefinido en los servicios de la ITV lalinense. "Si tienen la oportunidad de trabajar, estas personas mejoran muchísimo su autoestima y avanzan en su independencia", apunta.

La administración

Tanto Ángeles Baldonedo como Anxo Queiruga quieren dejar clara la polivalencia de las personas discapacitadas. "Hay que desterrar la idea de que solo sabemos hacer pajaritas", recalca el presidente de Cogami. Porque en los dos centros dezanos sus usuarios se forman en mucho más que labores de artesanía. Los de Aspadeza siguen preparando las etiquetas de la ropa de Florentino y el empaquetado de las latas de lacón con grecos que vende Embutidos Lalinense.

Es cierto que las empresas obtienen ventajas fiscales si contratan a personas con capacidades especiales y que, además, la inserción de éstas es más fácil en el sector privado que en la administración pública. Basta con echar una ojeada a los concellos de la zona: Lalín cuenta con un trabajador con una discapacidad física, y mediante el programa Lalín Inserta consiguió un empleo a una de las cinco personas discapacitadas que se adhirieron al programa. Es más, el profesor de un curso para jóvenes también tiene movilidad reducida. Del resto, solo en Agolada trabaja en los últimos meses un chico a través de Down Lugo. La capital dezana es, y de lejos, la más involucrada en la integración social y laboral de esta población, que está teniendo tantas dificultades para acceder a un empleo como los jóvenes o las mujeres de más de 45 años, explica Queiruga. Porque además, en la lavandería de su centro ocupacional y mediante sendos convenios con Lalín y la Diputación, los usuarios de Aspadeza lavan y planchan tanto la ropa de cama del albergue Vicente Agulló como la de trabajo del laboratorio y la granja de Mouriscade.

Dos millares de trabajos

La labor que desempeña el complejo de Cogami en Medelo -y que, al igual que el de Aspadeza, funciona como centro de día y centro ocupacional- desarrolla una intensa labor de formación de personas que, a veces, no pueden llegar a desempeñar su trabajo porque la empresa todavía presenta barreras arquitectónicas. Aunque sí se avanzó en esta cuestión, Queiruga insiste en que la eliminación de barreras "responde no solo a la integración de las personas que nos movemos en silla de ruedas", sino a una mejoría para toda la sociedad. Una rampa, un ascensor o puertas más anchas "no es un gasto, es una inversión para la comodidad de personas mayores o convalecientes".

Por ello, y ante el reciente anuncio de las licencias exprés, desde Cogami se pide que, si se aligeran los trámites para abrir negocios, que no se descuiden cuestiones como la accesibilidad, "porque las personas discapacitadas también somos consumidores". Y empresarios, porque Cogami tiene varias iniciativas empresariales por toda Galicia, en las que ha creado nada menos que 830 puestos de trabajo directos, "que están contribuyendo al desarrollo del país", añade.

A través de convenios con varias empresas, el servicio laboral de esta asociación buscó trabajo, solo el año pasado, para 2.000 personas con discapacidades. Por eso, Queiruga pone en entredicho las políticas de empleo de la Xunta a la hora de frenar la escalada del paro. Eso sí, agradece que el gobierno de Feijoo no cercenase las ayudas a la integración laboral, tal y como se hizo desde Madrid. Mañana lunes, varios colectivos gallegos de personas con discapacidad entregarán a la conselleira de Facenda, Elena Muñoz, un documento en el que hacen hincapié en la labor social y también empresarial que desarrollan estos colectivos, cuyos beneficios revierten, siempre, en mejorar para los servicios a sus socios.

Viaja a Ferrol y Santiago desde Lalín dos veces por semana, los lunes y los viernes. Rosa González tiene 43 años y desde el curso pasado está contratada por Aspadeza como acompañante del transporte escolar que traslada a los usuarios del colectivo a los colegios de educación especial A Barcia, en Santiago de Compostela, y Terras de Ferrol, en el concello coruñés del mismo nombre. Un taxi la recoge los viernes por la tarde, en el centro de Aspadeza en Mouriscade, para trasladarla al punto de salida de los autobuses de los chavales. Y, cada lunes, toca hacer otra vez el recorrido. Rosa González no es la única que trabaja como acompañante escolar, puesto que otra socia de este colectivo desempeñó el mismo puesto en Autocares Presas durante unos meses del curso 2010-2011 así como al año siguiente.

Con el contrato de esta acompañante de alumnos, Aspadeza quiere dar ejemplo y demostrar la perfecta valía de sus usuarios "para prácticamente cualquier trabajo", apunta la directora del centro de recursos, Ángeles Baldonedo. De cara a fomentar la independencia de los mismos, la asociación también rehabilitará un bajo en la Avenida das Cruces de cara a convertirlo en una vivienda tutelada para ocho personas. Cuenta, para ello, con una subvención de fondos europeos de 126.000 euros y que acaba de aprobar el Grupo de Desenvolvemento Rural Terras do Deza. El coste de la obra asciende a 185.000 y hará realidad uno de los principales proyectos del recordado Javier Brandido, presidente de la asociación que da nombre al centro de Mouriscade y que falleció en 2008.