"Pierdo todos los meses dinero, y cantidades que non son broma". Así de tajante explica una de las farmacéuticas de la zona la situación económica que atraviesan las boticas. La apuesta del gobierno estatal y de la Xunta por los llamados medicamentos genéricos y la guerra de precios de los mismos está haciendo mella en los establecimientos de toda Galicia, y los de las comarcas de Deza y Tabeirós-Montes, también lo padecen.

Hasta hace un año, aproximadamente, la mayoría de las farmacias pedían mercancía a los laboratorios para abastecerse durante uno o dos meses. Actualmente, lo hacen "cada veinte o treinta días", admite una boticaria del casco urbano de Lalín, puesto que los precios de los medicamentos varían ahora mensualmente. De este modo, si un farmacéutico adquiere un lote de productos a un precio para tener en stock durante meses, y éste baja su precio, tiene que asumir las pérdidas.

"Un medicamento común, como es el Plavis, el mes pasado bajó casi diez euros. Varían constantemente y tenemos que comprar poco a poco", explica una de las profesionales. El Estado es quien fija las tarifas, a las que se adecuan la mayoría de los laboratorios, si quieren seguir en el mercado. "Es normal que reduzcamos los stocks; nos están cambiando los precios continuamente y no podemos tener mucho almacenado. Yo cada vez estoy comprando menos", comenta otra farmacéutica. "Antes pedía para dos meses, por comodidad; ahora, ni se me ocurre", añade.

Sin embargo, todos los consultados por FARO aseguran que para ellos lo prioritario es garantizar el servicio a sus clientes. "Antes de quedar desabastecidos, preferimos asumir las pérdidas", reconoce uno de los boticarios de Silleda. Aseguran que solo en casos muy puntuales -la mayoría por medicamentos poco frecuentes- los usuarios tienen que volver al día siguiente para canjear su receta. "En principio, la gente está bien cubierta", explica una de las profesionales. A ninguno le interesa que una persona tenga que marcharse sin medicinas e ir a buscarlas a la competencia, porque es un cliente que puede perder, de ahí que la mayoría procure tener reservas.

Normalidad en el rural

Las farmacias ubicadas en el rural, por lo general, tienen clientes fijos, de ahí que las previsiones a la hora de adquirir medicamentos sean similares mes a mes. "Tenemos bien controlada la situación para no pasarnos mucho", reconocen desde uno de los establecimientos rurales de A Estrada. "Intentamos no comprar demasiados medicamentos que cambian de precio", apunta la responsable de otra botica de una parroquia de Lalín.