Hace un siglo, el movimiento agrarista gallego hacía suyo el lema del caudillo mejicano Emiliano Zapata, La tierra para quien la trabaja. Hoy en día, el progresivo abandono de la agricultura y la ganadería ha dejado paso a una dependencia cada vez mayor de los alimentos exportados, tanto para animales como para personas, así como a un riesgo, también cada vez más grande, de incendios forestales.

Pero al mismo tiempo, también está creciendo -gracias a la crisis, también es cierto- una conciencia por comer cada vez más sano. La Eira da Xoana, el centro de educación que tiene Adega en la parroquia agoladense de Ramil, da un paso más en su promoción de los cultivos alternativos y la puesta en valor de los terrenos de esta parroquia. Hace dos años, puso en marcha una campaña para, mediante la compra de carteles o pegatinas, los participantes aportaban dinero para adquirir terrenos. Este sistema se utiliza ya en Cataluña, Asturias e incluso en el concello coruñés de Vilasantar.

Dos años después, varios socios de Adega deciden abrir las puertas de su casa y de sus propiedades para compartir la riqueza de sus tierras. Uno de ellos es Marcial Barral, promotor de Adega en la zona y muy vinculado al concello de Agolada, puesto que su padre era oriundo de Carmoega. Barral dispone de una casa de labranza en Batán, un lugar a medio camino entre Ramil y Palas de Rei. La vivienda dispone de nada menos que 36 hectáreas de terreno, "de las que siete pueden aprovecharse para el pastoreo con cabra", ya que es una zona más montañosa. Pero el resto se reparte entre fincas en las que es posible cultivar "prácticamente de todo", desde patatas hasta cereal para no depender tanto del pienso, como recuerda Barral. La intención de Barral, así como de Anxo, otro de los vecinos de la zona que también quiere compartir sus tierras, es buscar socios para poner éstas a producir o, incluso, alquilar la casa para que familias se encarguen de trabajas las propiedades, "con vistas no solo al autoconsumo, sino para vender".

Con una orientación claramente de producción ecológica, hasta el pienso de las gallinas debe estar realizado bajo estos parámetros. "En la Eira da Xoana tenemos socios y colaboradores muy concienciados con esta cuestión, y en muchos casos son voluntarios que residen fuera de la comarca. Desde este proyecto queremos que todas las iniciativas sean rentables, porque no podemos esperar a vivir de subvenciones". Ahora, al revés de lo que ocurría hace ahora cien años, las tierras de Ramil buscan quien las trabaje.