-¿De dónde le viene ese gusto por la historia?

-Siempre me gustó. Incluso llegué a estar matriculado en la Universidad pero me era imposible compaginarlo con las tres parroquias que llevaba entonces. Cuando vine para aquí no tenía nada en absoluto. El cura de entonces tenía una paga de 301 pesetas y cuando me nombraron vicario suyo, y a mi me dieron 150 pesetas y a él 151, del año 51. Me matriculé en Filosofía y Letras y, también, en Magisterio pero me fue imposible.

-¿Cómo ha sido su experiencia como párroco en Trasdeza?

-Es una parroquia pequeña, aunque ahora parezca un pueblo en pequeño. Entre Lamela y Chapa, en las casas pegadas a la carretera, sólo hay dos niños, dos bisobrinos míos. Sólo tenemos una decena de niños en la catequesis. Se trata de un pueblo envejecido, aunque debo decir que frecuentan los oficios. Muchas casas están vacías, y las que no lo están son de gente mayor. La parroquia se empobreció mucho porque, como le digo, quedan pocos vecinos. El año pasado, aquí, nacieron seis niños y murieron 19 personas. En Chapa y en Rellas, en quince años no hubo ningún niño nacido. Hubo una mujer en Chapa (me lo contó ella) que dio a luz a dos niñas preciosas después de someterse a un tratamiento de inseminación artificial.