Por San Blas la cigüeña verás. El dicho había comenzado a hacerse realidad en Silleda en los últimos dos años, aunque a menudo con algo de retraso, pues las cigüeñas se dejaban ver por la capital de Trasdeza mucho más tarde del 3 de febrero. La primera vez que lo hicieron para quedarse fue a mediados de marzo del año pasado, cuando eligieron, como es habitual en ellas, uno de los puntos más elevados de la localidad: Una grúa de obra enclavada en un solar de la calle Progreso. Allí construyeron su nido de amor y criaron a sus polluelos, a pesar de los intentos por ahuyentarlas, lanzando petardos o moviendo la grúa.

No fue la única vicisitud a la que tuvo que hacer frente la pareja, que este año repitió su vuelo desde África hasta Trasdeza. Una de las cigüeñas murió en abril pasado. Fue vista desplomarse en pleno vuelo sobre una finca del lugar de Outeiro. Poco le duró el luto al viúdo/a. Para alivio de muchos silledenses -acostumbrados a la presencia de las majestuosas aves migratorias; incluso había quien pasaba minutos observando sus quehaceres-, a los pocos días ya tenía nueva/o compañera/o.

Cumplida su misión biológica por estos lares y a medida que la atmósfera se enfriaba, la pareja emprendió el vuelo de regreso hacia latitudes meridionales. Poco podían saber entonces que, en su ausencia y sin previo aviso, iban a ser desahuciadas de la que fue su casa durante las dos últimas primaveras y veranos. La sorpresa les aguarda el próximo año si, fieles a su costumbre, deciden volver a Silleda. Su hogar fue destruído el pasado viernes por un hombre encaramado a la misma grúa. La actuación levantó malestar entre vecinos de la localidad, algunos de los cuales fueron testigos presenciales de los hechos. "Parece mentira que en los tiempos que estamos aún se hagan cosas como estas, tomando la justicia por la mano, en vez de dar parte a los servicios responsables de naturaleza", protestan.