Dos años después de que el conocido como Castriño de Bendoiro, situado en dicha parroquia lalinense, resurgiera de nuevo con el proyecto de puesta en valor llevado a cabo por el Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) y la Consellería de Cultura, la vegetación cubre ahora el yacimiento arqueológico que data de finales de la Edad de Hierro. La maleza oculta también, parte de los indicadores y paneles que en su momento conformaron esta iniciativa divulgativa y de promoción del patrimonio. Asimismo, los accesos, tanto desde el Pazo de Bendoiro (donde un vial de zahorra conduce al yacimiento) como desde A Laxe, acusan este abandono, y aunque la maleza no llega a impedir el tránsito de los vehículos, sí dificulta en gran medida el acceso al castro. Otro de los puntos afectados es el área dedicada a los aparcamientos, que ha sido invadida por la flora del lugar.

El yacimiento arqueológico fue descubierto entorno a 2006 cuando el Adif realizaba en la zona las obras de construcción de la línea del Tren de Alta Velocidad (TAV) del Eixo Ourense - Santiago. Debido a este descubrimiento la empresa se vio obligada a modificar el trazado inicial para preservar el Castriño, por lo que se llevó a cabo el consecuente soterramiento y la construcción de un túnel en mina que evitó su destrucción. Incluso, se prolongó la boca del túnel, lo que reduce el impacto sobre el área de interés arqueológico. Pareja a esta modificación se incluyó un plan de promoción del conjunto histórico que incluía la colocación de varios paneles explicativos que guiaran a los visitantes de una forma didáctica por el Castriño, acompañados de esquemas sencillos que ilustraban detalles sobre la vida en el castro hace 2.300 años. Además de la puesta en valor, dado que el conjunto de los terrenos fue adquirido por el Adif, también le compete a éste su mantenimiento y conservación.

En la actualidad, el Castriño de Bendoiro pasa desapercibido para la ciudadanía a pesar de tratarse de un hallazgo singular debido a su estructura conjunta con el Castro de Bendoiro, situado en las proximidades y con el que forma un conglomerado de casi cinco hectáreas. Además, durante la exploración arqueológica se recogieron alrededor de 30.000 fragmentos, la mayoría de cerámica y algún brazalete de oro, que debido al volumen del conjunto continúan todavía en pleno proceso de catalogación antes de ser depositados en el Museo de Pontevedra. De este modo, aunque figura entre los puntos destacados de la comarca, la oficina de Información Turística de Lalín carece de información específica sobre el Castriño, por lo que tampoco se lleva a cabo una labor de promoción del enclave. Así es, que tanto voces expertas como interesadas en el conjunto histórico reclaman su conservación dado el atractivo del yacimiento.

Un castro único por sus tumbas y configuración

El descubrimiento del Castriño de Bendoiro supuso un hallazgo singular dentro de los yacimientos arqueológicos castreños catalogados hasta el momento debido a su elaborada configuración y a la aparición de varias sepulturas de inhumación. La exploración de estas tumbas supuso un hito revelador sobre los ritos de los pobladores de los castros en la Edad de Hierro, ya que los expertos en la materia, creían hasta el momento que los cadáveres eran incinerados. Aunque en la actualidad no pueden verse las formas ovaladas excavadas en su día en el terreno y selladas con piedras para evitar un mayor deterioro, los paneles indicaban su posición.

Además, el Castriño de Bendoiro destaca por su configuración, ya que los expertos consideran que tanto el Castriño como el Castro, situado a escasos metros, y de carácter privado, conformaban un único conjunto, y que fueron coetáneos en el tiempo. En la actualidad, y si la maleza no lo impidiese, debería diferenciarse la muralla del Castriño y una pequeña parte de la depresión de uno de los tres fosos que conformaban el sistema defensivo del Castriño, que en su momento abarcaban un kilómetro y cuentan con hasta dos metros de profundidad.

Toiriz, alternativa de promoción

La comarca del Deza, prolífera en construcciones castreñas, también ha conseguido mantener y promocionar algunos de estos parajes. Uno de estos ejemplos es el Castro de Toiriz, en Silleda, que fue puesto en valor por el Colectivo pola Recuperación de Os Castros de Toiriz. Este yacimiento, de la Edad del Hierro, no fue excavado, pero la limpieza del espacio permite realizar rutas de senderimos por el mismo o incluso comidas campestres al pie del monte.