Ruralista convencido, acaba de publicar su última obra. La celebración el año pasado del cincuenta aniversario de Memorias dun Neno Labrego le animó a hacer una reflexión sobre cómo cambiaron los tiempos desde la publicación de la novela en la que Xosé Neira Vilas describió a través de Balbino, el protagonista, la realizad de la época. Hoy, a las doce y media en la biblioteca del instituto Pintor Colmeiro de Silleda, en el que es profesor, presenta la publicación, acompañado del literato cruceño.

€De Balbino a hoxe. Cambios e transformacións na aldea galega es el título de su ensayo. ¿Es tan diferente la Galicia de aquel rapaz de aldea a la de hoy?

€Mucho. Es lo que se intenta demostrar en el libro. De hecho, todos los capítulos empiezan con un párrafo de Memorias dun Neno Labrego y una ilustración de Alex Ferreiro que lo representa. Aspectos como la modernización del trabajo agrario cambiaron mucho. O las fiestas, como el canto del día de Reyes o el Entroido, que perdieron ese carácter comunitario. Antes abarcaban a toda un aldea; ahora se quedaron sin dueño.

€Un aspecto curioso que analiza en su obra es el cambio de distribución de las viviendas tradicionales.

€Llama mucho la atención la influencia del mundo urbano. Los padres incentivan más a los hijos para que estudien que para que se dediquen a las labores del campo. Parece que es de más categoría ser funcionario. La cuestión del status social se aprecia en las casas. Aparecen las salas de estar, cuando lo común, hasta ahora, era recibir a los invitados en la cocina. La sala queda como un icono. Del mismo modo que se habla de la influencia del castellano sobre el gallego, también ese descrédito fue surgiendo en lo que se refiere a las viviendas.

€Uno de los aspectos que caracterizan la evolución poblacional en los últimos cincuenta años es el progresivo abandono del rural. ¿Es posible que la crisis esté revirtiendo esa tendencia?

€Por supuesto. Muchas personas mayores que estaban en asilos están siendo recogidos por hijos o nietos para volver a casa, aprovechar las pagas y poder sobrevivir. Otros están buscando un terreno para poder tener su huerta. Esto puede repercutir en que, de nuevo, puedan volver a darse las familias más extensas. La crisis, en el fondo, hace volver a la aldea.

€Pero se ve como un paso atrás. Es la misma percepción que llevó antaño a marcharse del campo.

€Muchos lo piensan así. Pero yo creo que no es una vuelta atrás, sino que hasta ahora íbamos mucho por delante de donde deberíamos ir. Ahora creo que es una reconsideración de nuestra situación. La crisis te hace replantearte valores que se perdieron, como la convivencia, la solidaridad, el esfuerzo, el compromiso, que si tenían nuestros antepasados.

€¿Qué reflexiones haría Balbino de la Galicia actual?

€¡Uf! Es una pregunta que siempre me plantea Neira Vilas que, por cierto, en el prólogo de mi libro hace referencia a cómo sería el Balbino de hoy. Supongo que en vez de jugar a la estornela o la billarda estaría con la Play Station y no calzaría zuecos sino deportivas de última marca. El Balbino de ahora sería cualquiera de los niños de hoy en día.

€¿Con qué Galicia se quedaría usted?

€Con un poco de cada una. No podemos ser obstáculos de nuestros tiempos. Cuanto más modernas sean nuestras viviendas y los trabajos del campo, mucho mejor. Otra cosa es, en base a eses avances, querer eliminar señales identitarias de nuestra cultura, como por ejemplo la distribución de las casas, la pérdida de las fiestas o el cambio de la configuración de familia tradicional.

€¿Evolucionaron distinto las comarcas de Deza y Tabeirós de las del resto de la comunidad?

€Deza fue pionera en cuanto al desarrollo e implantación de los sistemas de cultivo. Las primeras plantaciones de hierba nueva que se hicieron en los montes en los años sesenta y setenta se hicieron en la comarca. Y las primeras parcelarias. Eso nos fue poniendo como motor que tira de un tren y arrastramos a otras comarcas.