Unas mandarinas depositadas como ofrenda en Portalén –la puerta del otro mundo– tentaron ayer al más allá para que enviase su respuesta a través del viento, como dice la leyenda. Sin embargo, advertidos por el escritor y estudioso Calros Solla de que quien desvele lo que vea o escuche en ese lugar se quedará ronco para siempre, los miembros de la Asociación Cultural Andarela de Sanxenxo y los vecinos de Terra de Montes –que ayer lucharon contra viento y niebla para disfrutar de la hermosa Montaña Máxica de Cerdedo– guardarán sus secretos para siempre.

Hasta la niebla quiso ayer poner su granito de arena para potenciar el misterio que corona los peñascos del Seixo. El fuerte viento que soplaba y, sobre todo, la lluvia que amenazaba con caer motivaron ayer una variación del itinerario previsto.

Tras reunirse en la Praza da Igrexa de Cerdedo, en lugar de subir por la Galgareta para cruzar la cuesta del monte de Meilide, los asistentes subieron en coche hasta Chan de Mamas y, desde allí, recorieron caminando el denominado como Roteiro 1 en la obra de Solla.

Recorrían así el trayecto comprendido entre Portalén y Santa Mariña. Al pasar junto a las Lagoas de Xestido, el escritor cerdedense evocó la leyenda de su origen: los 3 saltos que dio la cabeza de Mariña, una hermosa joven de la ciudad de Trentiñán (sita en el alto del Seixo) que fue decapitada por rechazar el amor de un pretendiente romano. Apuntó también que la ciudad yace inundada bajo la laguna más grande. En ocasiones, aseguró, sus campanas tocan a difunto.

Luego, conocieron el Almadraque de Pirocha, el peñasco en el que una bellísima mora de cabellera rubia se le aparecía a los caminantes, a los que enamoraba y luego devoraba, guardando sus almas en la roca.

También tuvieron oportunidad de ver la Trampa do Lobo, una construcción circular construida para capturar al depredador con cebos vivos. Relatan los mayores del lugar que incluso tienen salido ovejas y cabras vivas de esta mortal trampa porque el lobo antes de comer busca siempre una salida y, desesperado por hallarla, ya no comía.

Asimismo, alcanzaron la Cruz do Seixo, sita a 950 metros sobre el nivel del mar. Este punto –que en días claros permite ver las rías de Arousa y Pontevedra (en este caso, incluso con las islas de Tambo y Ons)– precedió a Portalén, la puerta del otro mundo. El viento, con sus fuertes rachas, parecía querer gritar los secretos del más allá a quienes sabe que no se atreverán a revelarlos.