El veterinario lalinense Antonio Crespo Iglesias (1961) retorna al ejecutivo gallego por tercera vez y lo hará en calidad de director xeral de Desenvolvemento Rural después de que el Consello da Xunta aprobara ayer su nombramiento en el primer paquete de altos cargos, que incluía a 40 de los 66 previstos en el organigrama. De este modo, el hermano del alcalde de Lalín se convierte en el principal representante dezano en el gobierno al ostentar el cargo de mayor rango, tal y como adelantó esta semana FARO DE VIGO, aunque por el momento es el único de la zona.

Antonio Iglesias, casado y con dos hijas, es doctor en Veterinaria y funcionario del cuerpo facultativo superior de la Xunta. Además, es diplomado en Sanidad por la escuela nacional y cuenta con el diploma de directo de la Xunta por la Escola Galega de Administración Pública (EGAP). Ejerció de veterinario durante una década desde 1984 y luego desempeñó cargos de jefe de área y de servicio hasta que en 1997 ingresó por primera vez en un ejecutivo de Manuel Fraga al ser nombrado director xeral de Producción Agropecuaria y máximo responsable del Instituto Lácteo Gandeiro Galego. En 1999 fue nombrado también presidente del consejo de administración de Xenética Fontao, aunque en 2001 tuvo que dejar estos cargos como víctima de la crisis del mal de las vacas locas. En ese momento fue nombrado jefe de servicio de ganadería de Pontevedra, pero en 2003 regresó a la Xunta como director del Fondo Galego de Garantía Agraria (Fogga), cargo que dejó en el año 2005 con la victoria del bipartito en las elecciones gallegas.

Desde entonces, y durante los últimos cuatro años, trabajaba como inspector veterinario oficial de la comarca dezana.

Dos ceses

Por otra parte, el Consello da Xunta también aprobó ayer los ceses oficiales de los dos cargos de las comarcas de Deza y Tabeirós-Montes que había nombrado el bipartito. Así, se anunció la marcha de los delegados provinciales de Medio Rural y de Educación, el estradense Gonzalo Constenla y el lalinense Cristóbal Fernández. Durante estos cuatro años, ambos se volcaron con la zona, ya que el nacionalista apostó fuertemente por las parcelarias y concedió a Lalín un edificio de servicios integrados para el rural y el socialista impulsó mejoras en casi todos los centros educativos y licitó el nuevo Xesús Golmar por más de 5 millones de euros.