Comen entre 16 y 17 horas al día. Capean el temporal ofreciéndole a la lluvia y al viento la parte de su anatomía en el que el lomo pierde su nombre y aguantando en esta postura hasta que amaine. Viven en paz, en harmonía, sin dominancias ni jerarquías. Así transcurren los días de las manadas que habitan los montes de Sabucedo, unos caballos que disfrutan a galope tendido de su plena libertad con el único requisito de comparecer, tres días al año, en el curro del Campo do Medio para perpetuar la tradición de la Rapa das Bestas. El experto en doma natural Marc Planas ha podido documentar este modo de vida durante los días que ha pasado en el monte observando a estos équidos. Notas e imágenes le ayudarán a enriquecer el libro que prepara. La experiencia vivida le acompañará por siempre.

“Ha sido una experiencia fantástica”, decía ayer Planas, casi verbalizando en voz alta un pensamiento que parecía repetirse en su cabeza. Desde el jueves y durante largas horas al día ha observado detenidamente a dos grupos de caballos de Sabucedo. Pudo apreciar cómo el macho dominante se apresuró a reunir a una desperdigada manada en cuanto advirtió la presencia del hombre. En los días siguientes estos animales lo considerarían un elemento neutro, conscientes de su presencia pero sin que ésta llegase a perturbar su rutina.

“Nos centramos en dos grupos y nos deleitaron cada día con una cosa pero, claro, a lo mejor estás 15 horas para ver una cosa en concreto que a lo mejor dura 10 minutos o mucho menos”, indicó este experto. Entre las grandezas que pudo observar tiene muy claro el recuerdo que guardará por siempre. Era conocedor de que las yeguas madres muestran a los potrillos coordinación por trabajo corporal. Sin embargo, se reconoce sobrecogido al tener ocasión de observar cómo nació un potro y a las tres horas la madre le enseñó a coordinarse “en picadero redondo, en circunferencia”, tomando como referencia y pino y bloqueándole para hacerle girar hacia un lado y hacia el otro. “Le enseñó coordinación con tres horas de vida. Verlo en directo es fascinante”, se repetía ayer Marc Planas.

Otra cuestión que saca en claro de esta observación es que el macho de la manada, conocido popularmente en la zona como el garañón, “está para lo que está”, sin más. “Si tiene que cubrir cubre y si hay que huir él se queda el último del grupo y no hay más. Defender a la manda y procrear”, señala. La confusa idea del frecuente enfrentamiento entre machos para medir sus fuerzas y demostrar su poderío -posiblemente generada por los famosos mordiscos que pueden verse en el curro- se desvanece a raíz de la observación de Planas. “Viven en plena harmonía sementales, yeguas... y sí se puede dar en algún caso, en algún momento dado, de un semental que defiende a su grupo contra otro semental. Eso existe y se da pero son pocas y contadas veces. En todas las horas que he estado no he visto ningún momento de agresión de un semental contra otro, de una yegua contra otra yegua ni nada por el estilo. Hemos visto dos grupos juntos donde había dos sementales y sin problema. Uno se llevó sus yeguas y otro se llevó las suyas y tan amigos. No, no existe la dominancia entre los caballos. Es absolutamente paz y harmonía”, afirma.

Ello ayuda a demostrar que los caballos son tan simples como honestos e inteligentes. Cuando se les deja vivir libres y en estado puro la suya es una vida sosegada sin que, como apunta este experto, exista aquello de “yo soy mejor que tú; yo soy más fuerte, tú eres más débil”. No. “Tú eres amigo mío y tú no. Y ya está”. Así de simple. “Y simpleza -recuerda Marc Planas- no significa poca inteligencia, además todo lo contrario. Son muy inteligentes. Por eso viven así”.

El lobo, un depredador que acecha

Planas asegura que durante su estancia en estos montes de Sabucedo no pudo ver al lobo, pero su presencia se hace evidente por los rastros de heces, huellas y huesos. “Es un animal especial. Si tú lo ves y él te ve, a él no lo vuelves a ver más”. Sin embargo este experto pudo percibir cómo un potro apareció por la mañana muerto y parcialmente devorado a 500 metros de donde él estaba. “Te sabe mal cuando lo ves pero eso es así; es el ciclo de la vida y hay que respetarlo”.

Regreso en junio y contemplación de la “rapa”

Tras recabar durante los últimos días información sobre las pautas de comportamiento de estos caballos y su modo de vida , Marc Planas programa regresar a los montes de la zona en el mes de junio para obtener más datos de cara a libro que en estos momentos escribe. De igual modo, presenciará por vez primera la Rapa das Bestas, sin perderse la subida al monte, uno de los momentos más espectaculares de esta fiesta.