El gobierno silledense vive estos días los momentos más complicados desde su llegada al poder hace 20 meses. A la fractura del pacto entre independientes y socialistas, anunciada el martes por el edil Javier Cuiña, se suma ahora la incertidumbre de saber qué va a pasar en el futuro más inmediato. Aunque quizá ni el grupo de la alcaldesa, Paula Fernández Pena, ni los ediles díscolos Javier Cuiña y Ofelia Rey lo sepan, es probable que si no se reconduce esta más que complicada situación, se acabe desencadenando otra nueva crisis que supondría el final de esta etapa de gobierno.

La mandataria indicó ayer que no tiene previsto, "por el momento", quitar a Cuiña y a Rey sus competencias como ediles de Deportes y Facenda, respectivamente. Es que tanto el gobierno como los ediles díscolos e incluso la oposición son estos días un mar de dudas sobre lo que más le conviene a sus partidos y al pueblo de Silleda. Pena dice ser consciente de la gravedad de la situación, pero cree que son Cuiña y Rey los que deben dejar clara su postura y decidir si continúan o no dentro del gobierno. Éstos por su parte, anunciaron que sí, pero que harán oposición al propio gobierno que representan. Más que divergencias de criterio o directrices políticas de unos y otros, lo que existe es un profundo deterioro de las relaciones personales entre los compañeros que todavía ostentan el poder e incluso de éstos con la persona que representa el partido que ahora todos consideran clave para el desarrollo de Silleda; Carme Fidalgo y el BNG. La entrada de los nacionalistas no le daría ahora al PSOE la estabilidad deseada si Cuiña y Rey deciden irse al grupo mixto. Cuiña ya advirtió que el el pleno de la próxima semana votarán libremente como independientes. Lo que ahora es improbable, quizá no lo sea si las fricciones entre independientes y socialistas se dimensionan aún más.

La todavía edil de Facenda y el anterior portavoz de la Candidatura Independente por Silleda (CIS), habían puesto como condición para seguir, un acercamiento con el Bloque, algo que también desea la alcaldesa, pero que difícilmente puede producirse. Hace semanas hubo intentos entre socialistas y nacionalistas que fracasaron. Aunque deberían estar condenados a entenderse y desde el gobierno local incluso se le entregó casi un "cheque en blanco", el BNG aún tiene presentes unas declaraciones en las que un edil les recordó sus resultados electorales y al CIS lo dio por desaparecido.

Fidalgo también apela a la prudencia por entender que el problema lo tiene el grupo de gobierno y prefiere ser cauta en sus explicaciones. No obstante, hoy está previsto que aclare la postura de su partido sobre esta nueva crisis del ejecutivo.