Silvia Pampín / A ESTRADA

De casta la venía al galgo. Siendo hijo de Manuel Constenla -el que fuera maestro de Lamas durante 42 años- Manuel Antonio Constenla tenía que dedicarse a la docencia. Ahora, a sus 60 años, con 32 años, 9 meses y 11 días de servicio a sus espaldas ha decidido jubilarse. Deja el colegio público de O Foxo, en el que ejerció la docencia desde 1981, con la intención de disfrutar de sus aficiones. Una de ellas, su amor por las rancheras, le permitirá seguir "siendo el rey".

De hecho, ayer, en el restaurante Sala Gradín de A Estrada -en el que compartió un delicioso y emotivo almuerzo de despedida con sus compañeros de profesión- siguió fiel a la tradición de las celebraciones de profesores de O Foxo: junto a compañeros ya jubilados como su esposa, José Vilariño o Maruchi Rolón, entonó un fragmento de ranchera, volviendo a hacer gala una vez más de su peculiar buen humor. Y el fragmento que eligió fue precisamente: "pero sigo siendo el rey".

Vecino desde la infancia de la parroquia estradense de Olives, cursó estudios en la escuela de su padre y, con su ayuda, hizo el Bachillerato por libre. Entre 1966 y 1969, estudió en la Escuela de Magisterio de Santiago.. Poco después, sustituyó a su hermana en una escuela de San Martín de Oscos (Asturias) y con el párroco de esa zona fundó una academia. Allí conoció a la maestra de Villanueva de Oscos, Balbina Fernández, con la que contraería matrimonio el 27 de diciembre de 1972.

Tras un año en Asturias, Balbina logró ser la maestra de Pardemarín con un concurso de traslados y, de este modo, se establecieron en el municipio estradense.

Por su parte, Manuel Antonio Constenla fue maestro interino de San Miguel de Castro y Berres; e hizo susticuiones en Matalobos, Codeseda y Ribela. Después, recaló en Mesejo (Cuntis), en San Pedro de Parada y, finalmente, en 1981 en O Foxo. Tuvieron 3 hijos y ya tienen 2 nietos, de los que ahora Manuel Antonio se propone disfrutar más. Gracias a su jubilación, ya no volverá a sentir la "envidia sana" que le causaba irse al colegio en pleno invierno mientras que su mujer -ya jubilada- se quedaba en casa. Ahora bien, es consciente de que echará de menos a sus alumnos y compañeros. Por eso, ayer ya anticipaba que seguirá pasando por el colegio para disfrutar del magosto, ejerciendo de cocinero experto en "carne ó caldeiro". Y los miércoles se propone llevarles unos churros en el recreo, cuando regrese a casa después de haber estado en la feria de A Estrada. Su jubilación también le permitirá tener más tiempo libre para otras aficiones como la caza, la pesca o jugar la partida. Y a buen seguro que la pasión por el fútbol que transmitió a sus alumnos seguirá intacta.