Tres vecinos de Valga perdieron la vida a las 13,08 horas de ayer cuando el turismo en el que viajaban fue arrollado por el tren. Ocurrió en el paso a nivel de Iglesia, parroquia de Campaña. Los fallecidos son Jesús Martínez Senín, de 54 años, su hijo Roberto Martínez Ríos, de 28 y su socio en una empresa de albañilería, José García Bejo, de 48 años. Habían estado toda la mañana trabajando en una casa muy cercana al lugar en el que se produjeron los hechos. Se dirigían a almorzar cuando, al cruzar la vía, llegó el tren, los arrolló y destrozó el vehículo, arrastrándolo aproximadamente 800 metros.

Dicen los residentes en el lugar que las barreras de ese paso a nivel "están averiadas con frecuencia, se estropean cada vez que llueve y hay ocasiones en las que están bajas durante una o dos horas, aunque no pasen trenes". Y añaden los testigos presenciales de los hechos que en el momento de la colisión registrada ayer "las barreras estaban levantadas", algo que niegan en ADIF, la empresa administradora de los servicios ferroviarios.

A escasos diez metros del fatídico paso a nivel se quedó un trozo del frontal del coche y a unos veinte metros se encontraba el motor, que salió despedido. A 800 metros se había detenido la locomotora, con el turismo, un Renault Laguna de matrícula PO-0108-BF convertido en un amasijo de hierros totalmente incrustado en el morro del tren.

Dentro del turismo se encontraban los cuerpos sin vida de los tres hombres, y allí tuvieron que permanecer durante horas, hasta que llegaron los equipos de excarcelación y, posteriormente, la juez encargada de autorizar el levantamiento. Se habían desplazado equipos médicos e incluso el helicóptero medicalizado del 112, pero se marchó porque nada podía hacerse ya para salvarlos.

Las casi cuatro horas de espera se hicieron interminables para las familias de los fallecidos, amigos y decenas de curiosos que llegaron al paso a nivel y a los alrededores del tren, detenido finalmente a apenas 500 metros del siguiente paso, en Porto.

"Hace unos días las barreras estaban altas y cuando me dispuse a cruzar vi que el tren estaba parado a unos quinientos metros del paso -relataba un ciudadano de Valga que presenció la colisión-; estuvo esperando a que bajaran las barreras para poder seguir, pero se ve que esta vez el maquinista no hizo lo mismo".

En el lugar de los hechos estuvo la madre y esposa de dos de las víctimas. Lloraba sin cesar y a punto estuvo de desvanecerse en un par de ocasiones. Unas amigas la rodeaban y trataban de encontrar alguna palabra de consolación para ella, pero resultaba inútil. Tuvo que ser conducida a su casa porque su nerviosismo iba en aumento.

Otros familiares de los fallecidos acudieron poco a poco hasta la zona y las escenas de dolor se repitieron, al igual que los llantos e incluso gritos de desesperación.

"Los cadáveres no se ven muy destrozados", explicaba una de las personas que se acercaron al lugar en el que paró el tren. "Cuando los vi no sabía si estaban muertos... tenía la esperanza de que estuvieran inconscientes, pero parece que ya no se puede hacer nada", comentaba otro vecino.

"Esto es un desastre y no puede consentirse que las barreras sigan estando así, y mucho menos cuando denunciamos su estado miles de veces y pedimos que se hiciera algo para evitar el peligro.... puede pasar el autobús del colegio y producirse un desastre mucho mayor".

El alcalde de Valga, José María Bello Maneiro, señaló que "desgraciadamente no es el primer accidente que tenemos que lamentar en los pasos a nivel, y ya tuvimos muchos fallecidos".

No obstante, el primer edil considera que "éste es mucho más grave porque hay unas barreras que no funcionaron". Añade que "hay testigos, y a mi me lo confirmaron, que vieron que las barreras subieron, pasaron dos coches y cuando le tocó al de las víctimas pasó el tren".

Detrás del vehículo de los fallecidos "estaba un tractor, que ya no pudo pasar porque llegó el tren". Ese tractorista, llamado Luis, confirmó que cuando delante suya pasó el coche arrollado "las barreras estaban altas".

El alcalde incidió, tras consultar a los testigos, en que "las barreras estaban bajas y había coches esperando... cuando se levantaron, pasaron dos y al tercero ya no le dio tiempo porque llegó la locomotora".

María Dolores Pardal cruzó el paso a nivel, con las barreras altas, delante de las víctimas. "Por el rabillo del ojo me pareció ver que venía el tren, y cuando miré por el retrovisor vi como arrollaba al coche de los fallecidos", manifestó. Las barreras "ya estaban mal en los últimos días, por eso se cerraban y abrían solas cuando les apetecía".

Mientras unos y otros hacían estas declaraciones, operarios de ADIF, la empresa encargada de las infraestructuras ferroviarias, se encontraban en el interior de la caseta de máquinas existente sobre el paso elevado. "Ahora estarán arreglando las barreras", criticaban los vecinos.

El tren que arrolló al turismo circulaba desde Vigo hacia Santiago y llevaba en su interior a 50 pasajeros. Ninguno de ellos salió herido, aunque alguno también dio claras muestras de nerviosismo. Todos continuaron viaje en autobús.

Los médicos, en el domicilio

Los fallecidos residían en la aldea de Serneiras, parroquia de Setecoros. A las tres de la tarde, cuando los cuerpos estaban todavía en el vehículo siniestrado, en sus domicilios, que están a apenas cincuenta metros de distancia en una misma calle, se vivían auténticas escenas de dolor y desesperación.

Fue necesaria la presencia de equipos médicos que se desplazaron hasta los hogares para atender a los familiares más afectados.

El joven tenía planes de boda

"No damos crédito... la hija de Jesús se casaba dentro de poco y Roberto -el joven muerto ayer- quería casarse el año que viene", declaraba el tío de una de las víctimas.

El padre de Jesús Martínez, un hombre de avanzada edad, esperaba rodeado de su familia a la puerta del domicilio. No articulaba palabra, pero el gesto y sus ojos demostraban claramente el difícil momento que estaba atravesando.

"El sistema falla mucho, sobre todo cuando llueve"

"El tren tenía que estar circulando a una elevada velocidad, pues de lo contrario no se explica que arrastrara al coche durante ochocientos metros", contaban los vecinos reunidos junto al paso a nivel. "Es una desgracia... murieron un padre y un hijo de una misma casa", añadía una mujer antes de explicar que "eran albañiles que trabajaban ahí al lado, en Devesa, y que iban a comer a casa pero encontraron la muerte". Otros residentes en el lugar dicen haber escuchado un gran estruendo, "como si fuera una explosión, pero no pensamos que fuera el tren".

Javier, que presenció los hechos, manifestó que "se levantaron las barreras y cuando se puso a cruzar fueron arrollados". El coche de Javier estaba situado a unos diez metros del que resultó siniestrado, también esperando para cruzar la vía. "Pasaron porque estaban las barreras levantadas, confiaron en que no vendría el tren y perdieron la vida -añadió-; yo paso cuarenta o cincuenta veces al día por este lugar y veo que las barreras fallan continuamente, sobre todo cuando llueve... incluso hay ocasiones que están bajas dos horas y al final no pasa el tren". Este mismo testigo declaró que "se han dado ocasiones en las que se forman grandes caravanas esperando a que se levanten las barreras, y éstas no suben porque están estropeadas, por eso en ocasiones tiene que bajar el conductor de uno de los coches y dar paso a los demás", que cruzan las vías haciendo zig-zag entre las dos barreras. En aquella ocasión "acabamos pasando todos, nos marchamos y las barreras quedaron bajas... después de comer y llevar a los niños al colegio vi que había aquí personal de Renfe, se supone que haciendo alguna reparación".

"No es la primera vez que ocurre un accidente en este punto", añadía otro vecino. "Hace años un tren partió por la mitad un coche, con la buena suerte de que su conductor se salvó".