Cuando los arqueólogos localizaron el pasado mes de junio los restos óseos de una persona enterrada en Cálago, el alcalde de Vilanova, Gonzalo Durán, aseguró que "nos encontramos ante el vilanovés más antiguo del que se tienen referencias". Aquellas palabras fueron premonitorias y ahora, la técnica del carbono 14, que se utiliza para datar con cierta exactitud unos restos, le han venido a dar la razón.

Las pruebas, realizadas en un laboratorio de Miami, sitúan esos restos óseos 1.570 años atrás, es decir, en el siglo V, poco después de la caída del Imperio Romano y con el pueblo suevo, de origen germánico, asentado en Galicia. Se trataría de una persona (no se ha podido deducir si es hombre o mujer porque solo se conserva la parte inferior del cuerpo y la pelvis estaba demasiado deteriorada) que superaría los 50 años de edad y que sufría de diferentes afecciones, desde osteoporosis a artrosis, e incluso, varices.

En estos datos, explicaba ayer Mario Hermo, responsable de las excavaciones, ha sido determinante la investigación de Patxi Pérez Ramallo, antropólogo forense que realizó un estudio de los huesos que ha dado mucha información sobre la que trabajar. Se da la circunstancia de que la época en la que se ha datado el individuo es de las que menos información se tiene. "Es cierto que, en los últimos años, se está profundizando cada vez más y los hallazgos de Cálago pueden ser muy interesantes para ello", explicaba ayer Hermo.

En lo que respecta al propio yacimiento, la datación de los restos óseos sirven para comprender la magnitud del mismo, que va desde el siglo IV antes de Cristo hasta bien entrada la Edad Media, con la presencia del monasterio que asolaron vikingos y musulmanes, como consta en diferentes referencias. La aparición de los restos, que se hallaron a tan solo 30 centímetros de profundidad, fue posible gracias a que la tumba se cubrió con los restos de un concheiro adyacente. De no haber sido así, la acidez de los suelos gallegos habría acabado por eliminar los huesos, pero el calcio de las conchas lo evitó.

Precisamente en la zona en la que aparecieron los restos, se encuentran tres estratos diferentes que muestran la ocupación de Cálago. El primer nivel localizado es una especie de camino con granito granulado compactado, que indica la existencia de una entrada que debía ser un acceso al castro de Cálago.

El segundo estrato, con el camino ya cortado, es el concheiro, un lugar donde se arrojaba la basura del castro y, posteriormente, llegaría la tumba de carácter paleocristiano. Tras tres intervenciones en las que se ha conseguido identificar las diferentes ocupaciones que sufrió Cálago, los arqueólogos y el Concello están dispuestos a seguir trabajando para desentrañar los secretos que todavía guarda todo ese entorno.

Además, está pendiente todavía el hallazgo del antiguo monasterio arrasado por vikingos y por los musulmanes de Almanzor, el motivo inicial que llevó a excavar en Cálago. La intención es tramitar todos los permisos ante Patrimonio y renovar las excavaciones el próximo verano, siempre y cuando la Covid-19 no obligue a retrasar la que sería la cuarta intervención arqueológica. Queda por definir cómo y dónde se van a acometer esas nuevas prospecciones arqueológicas.