Un confinamiento después, y aún en plena pandemia, cuando se supone que los desplazamientos de vehículos son menos, el primer fin de semana de julio vuelve a poner de manifiesto que O Salnés es un destino turístico privilegiado que todos quieren visitar. Pero también que sus carreteras no están preparadas para soportar semejante volumen de tráfico.

Como si no hubiera pasado nada con el coronavirus, tanto el sábado como ayer se repitieron las escenas de siempre, con decenas de miles de personas de toda la comarca, de toda Galicia y de otros puntos del territorio nacional desplazándose a las principales zonas turísticas y de baño, provocando así interminables y, para muchos, insufribles retenciones viarias.

Especialmente graves y preocupantes en el único acceso terrestre al Concello de A Illa -que poca solución tiene, salvo que se construya otro puente o se ensanche el actual-, en Vilanova y en la precaria vía rápida de Sanxenxo, que avanza desde la Autovía do Salnés hacia la playa de A Lanzada y O Grove.

El problema repetido hacia A Lanzada

En este último caso, los atascos vividos ayer recordaron los del verano pasado, los del anterior y, en definitiva, los que se repiten cada vez que el tiempo acompaña y los bañistas quieren disfrutar de las playas.

Ese tramo de vía rápida de apenas siete kilómetros que une el afamado arenal de A Lanzada con la Autovía do Salnés -donde ayer también se produjeron retenciones- estuvo totalmente colapsado en diferentes momentos de la mañana, cuando los bañistas se dirigían a las playas mecas, y de nuevo por la tarde, cuando trataban de regresar a sus casas y volvieron a toparse con esa "ratonera" en que se convierte la carretera en verano.

De nuevo quedó de manifiesto la necesidad de desdoblar su calzada para dotarla de cuatro carriles, dando continuidad así a los ya existentes en el istmo de A Lanzada para unirlos con la Autovía do Salnés.

Se trata, en definitiva, de acabar con ese cuello de botella o embudo que se forma en la vía rápida, cumpliendo las promesas realizadas en repetidas ocasiones durante las dos últimas décadas por dirigentes de todas las formaciones políticas.

A la espera de que se cumpla lo prometido -en su día incluso se presentó el proyecto de desdoblamiento a bombo y platillo-, los automovilistas tendrán que seguir sufriendo unas retenciones que pueden evitarse.

Hay que tener en cuenta que, aún siendo lógico que se produzcan atascos cuando la afluencia de visitantes es tan importante, como sucede en A Illa, no es menos cierto que los perjuicios que causan podrían minimizarse de forma incontestable con la ansiada ampliación de la autovía.