- ¿Qué anécdotas o intervenciones curiosas recuerda de la etapa del estado de alarma?.
- Los compañeros que trabajaban diariamente en calle son los que efectivamente tuvieron las anécdotas. Una de las muchas que tuvieron y que les resultó más graciosa fue la de una señora que en una calle del centro sacaba a su perro a pasear, sobre las 11.00 horas, y el animal tiraba de ella en dirección a la puerta del edificio, arañando en la puerta para entrar, estando así un buen rato, sin que el can cediese, lo que era una clara prueba de que el perro ya estaba harto de tanto andar, posiblemente ya había paseado con anterioridad con alguna otra persona más. Y no podemos olvidarnos de los "policías de balcón" que en algunos momentos llegaban a requerir a las patrullas en servicio, quedando muchas de las llamadas en lista de espera. Siempre, claro está, primando el carácter urgente de cada una de las llamadas.
- ¿Qué sector de la población resultó más reacio a la hora de acatar las normas?
-En general la gente acató muy bien las normas, claro está que con algunas excepciones, si bien estadísticamente no es relevante. En principio, con carácter general no percibimos un tramo de edad determinado que acatase peor las normas en relación a otro. Pero sí, determinados tipos de infracción se correspondían mayoritariamente con un grupo determinado de edad. Por ejemplo, los que iban a hacer la compra juntos, normalmente no eran de la misma franja de edad que los que regresaban de la casa de un amigo a las cuatro de la mañana.
