Dos años lleva A Illa de Arousa aguardando por un plan de protección específico para el islote Areoso, una lengua de arena que sufre los efectos de las mareas y de la presencia humana, dañando de forma importante su delicado ecosistema. Los últimos tres meses apenas han servido para variar esta situación pese a reducirse a prácticamente cero la presencia de visitantes en el islote que pudiesen seguir dañando la duna. Sin embargo, tanto Concello como Cofradía han constatado que durante la Fase 1, en la que no se podía salir del término municipal, Areoso fue visitado por varias personas ajenas al concello isleño. Esa presencia ha sido mucho menor que en años anteriores por estas fechas, pero no por ello deja de ser preocupante, ya que se encuentran en plena etapa de anidación varias especies protegidas, como es el caso del chorlitejo, que pueden ver seriamente dañado su hábitat y su supervivencia.

"Es necesario incrementar las medidas de protección, y sobre todo, de vigilancia porque nos encontramos ante un territorio muy delicado que corre serio riesgo de desaparecer", explicaba ayer la edil de Medio Ambiente de A Illa, Gabriele von Hundelshausen. La responsable del área de Medio Ambiente asegura que "llevamos mucho tiempo insistiendo en la necesidad de este plan de protección ante la Xunta pero no se ha avanzado nada y estamos muy preocupados por lo que pueda suceder este verano". De hecho, von Hundelshausen recuerda que la duna de la zona norte "continúa con el grave retroceso que ha experimentado en los últimos años y si no se articulan medidas de forma inmediata, ese retroceso comenzará a acelerarse hasta volverse irreversible".

Por el momento, tanto el Concello como la Cofradía han cumplido con su parte, ya que una gran proporción del perímetro se encuentra delimitado con boyas, a partir de las cuales, ya no se puede acceder al islote en embarcaciones a motor. En las próximas semanas se van a revisar y ajustar, además de colocar nueva señalización. Pese a que existe información en los muelles, las boyas no siempre se respetan, llegando a registrarse problemas de seguridad entre embarcaciones, sobre todo motos de agua, y los bañistas que se encuentran en el islote por no respetar las medidas de seguridad. A ello se suma el daño ecológico que pueden provocar en los bancos marisqueros de la zona.