Llevan años lanzando campañas, vigilando las playas e instalando carteles que alertan de que no se puede extraer el marisco de las playas, pero a medida que se acerca el verano, el problema regresa, si cabe, con mayor virulencia que el año anterior. Las mariscadoras de A Illa ya han mantenido los primeros encontronazos con los furtivos de bañador, personas que aprovechan la visita a las playas del municipio para llevarse varios kilos de almeja. Los problemas han surgido prácticamente desde el primer día de desconfinamiento, en el que se ha podido acceder a las playas desde otros municipios, tal y como reconoce Maricarmen Dios Castro, responsable del marisqueo a pie en el pósito de A Illa de Arousa, y no duda en asegurar que "las mariscadoras somos conscientes de que, en cuanto comienza a salir el sol y acercarse el verano, los enfrentamientos en las playas resultan inevitables".

Un ejemplo de la tensión que se reaviva cada verano ocurrió el pasado martes, cuando las mariscadoras descubrieron a una persona con más de dos kilogramos de almeja, siendo recriminado de forma inmediata. El individuo no se amilanó y provocó un enfrentamiento con las mariscadoras que se dirimirá en los juzgados, ya que acabó con denuncias cruzadas.

Dios Castro señala que "si había alguna duda de que las personas que nos roban el marisco no son de lugares muy lejanos y sabe perfectamente que están obrando contra la ley, ahora tenemos la prueba clara de que es así porque a las playas solo puede acceder gente de la provincia; es una vergüenza que esta gente, que sabe lo que trabajan las mariscadoras para que las playas sean productivas, se dedique a esquilmarlas en cuanto tiene una oportunidad y todavía se rebela contra aquella persona que le llama la atención".

Cada verano, la economía de las mariscadoras se resiente de forma importante. Playas bastante productivas antes del período estival quedan convertidas en un auténtico erial en septiembre. "El año pasado hubo puntos donde resultaba relativamente sencillo recoger la tasa de marisco antes del paso de los furtivos de bañador y que, tras el verano, se volvieron totalmente improductivos", explica Dios Castro.

Aunque van a seguir con las tareas de vigilancia durante todo el verano para tratar de cazar a todos aquellos que incumplan. "Sabemos que vamos a tener que llevar mascarilla con el calor que va a hacer, que va a ser difícil mantener la distancia de seguridad y que muchas veces vamos a llegar a una playa y no va a estar controlado la limitación de aforos, pero vamos a tratar de defender nuestro pan", señala Dios Castro. De hecho, en las últimas semanas se han realizado varias siembras importantes en algunas playas, siembras por las que temen que "acaben esquilmadas, pero que demuestran que el marisco no nace ahí de casualidad, sino que aparece porque las mariscadoras realizamos una importante labor de siembra y regeneración de esos entornos que, de no hacerlo, probablemente fuesen improductivos.

Vigilar es la única alternativa que les queda, aunque son conscientes de que "va a resultar complicado debido a la gran cantidad de litoral con el que cuenta el municipio y porque no se puede estar encima de todas las playas las 24 horas de los siete días de la semana". Asume Dios Castro que "vamos a pasar un verano muy duro otra vez, con el añadido de que, a causa del Covid-19, nos vamos a arriesgar la salud de nuestras familias por la falta de ética y moral de algunos bañistas que no respetan la ley".