Lisett Álvarez es la joven grovense a la que muchos conocieron tras verse "atrapada" en Australia a causa del coronavirus. A través de FARO DE VIGO, y al igual que hicieron otras jóvenes arousanas en su misma situación, dejó claro desde el país de los canguros que su único deseo era regresar a casa. Y lo consiguió, gracias al vuelo especial de repatriación organizado por el Gobierno de España y la compañía Iberia. Despegó en Sídney el pasado jueves y llegó a Madrid al día siguiente. Ahora, ya desde el confinamiento en su domicilio de O Grove, cuenta su experiencia y se muestra agradecida.

-Usted estudiaba y trabajaba mientras disfrutaba del paraíso australiano. Pero el Covid-19 la ha obligado a regresar a su tierra natal...

-Así es. El estallido de esta pandemia fue el que me empujó a tomar la decisión de volver a casa, aunque Australia ya era un hogar para mi. Me vi obligada por el estado de mi Visa de Estudiante, que caducaba, y mi situación económica, que era cada día más complicada.

-Sin embargo, estuvo a punto de quedarse allí.

-Tras cuatro vuelos cancelados acepté que no podría hacer volver a O Grove. Así que me calmé y, simplemente, intenté limitarme a vivir el día a día, a pesar de la incertidumbre de no saber cuánto tiempo más tendría que seguir en Byron y, sobre todo, sin saber durante cuánto tiempo más podría seguir viviendo de mis ahorros. Pero créame cuando le digo que lo que he pasado durante esos días fue toda una lección de vida, de humildad y de fe.

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-Pero llegó ese vuelo especial del 30 de abril y, por fin, tuvo su oportunidad.

-Así es. La Embajada me comunicó que formaba parte del grupo seleccionado para volar a España, y con apenas cuatro días de margen lo organicé todo para desplazarme a Sídney y allí coger ese avión que me llevaría a casa.

-Fue un vuelo duro.

-Efectivamente. Duró 26 horas, contando las dos horas de escala técnica en Bangkok, donde no se nos permitió bajar del avión. Todo estaba vacío, desierto y silencioso. Los aeropuertos donde aterrizábamos y despegábamos dejaban ver la evidencia de la situación actual, sobre todo cuando podías divisar en las pistas una hilera sin fin de aviones cubiertos con lonas que se extendía hasta el horizonte. Mentiría si dijese que el viaje no fue largo, pero me permitió conocer personas maravillosas e historias que me encogieron el alma.

-Y ahora, ya en casa, ¿a qué conclusión ha llegado? ¿Valió la pena?

-Me llegué a cuestionar más de mil veces si estaba tomando la decisión correcta mientras me abría paso entre las nubes. Cada segundo que pasaba estaba más cerca de casa, pero también más lejos de la vida que yo misma había construido.

Hoy puedo afirmar que la decisión fue acertada, pues era del todo insostenible para mi seguir allí. Pero he de confesar que mi cuerpo y mi mente todavía se están recuperando. Nunca un "jet lag" me había dado tan fuerte.

Tras cinco días en casa puedo decir que me encuentro mejor y que los pinchazos en la cabeza y el dolor de espalda han dejado de ser rutina. Creo que todo fue muy rápido, casi no me dio tiempo a asimilar de nuevo el gran cambio al que estaba volviendo a exponer mi vida. ¿Qué si valió la pena? Pues debo decir que si.

Me siento agradecida por poder estar aquí, más cerca de los míos, en un momento como éste. Y además me siento más despreocupada por la situación legal o económica que atravesaba en Australia. He vuelto a recordar cuánto me inspira esta tierra, como huele aquí el aire y lo diferente que luce el azul de este mar Atlántico.

Ahora estoy al lado de todos esos vecinos, amigos y familiares a los que estoy agradecida porque se han preocupado por mi y me han dado innumerables muestras de amor y cariño.