Durante el estado de alarma, los negocios de hostelería podían trabajar sirviendo comidas por encargo. Muy pocos lo hicieron, pues les obliga a mantener la actividad en un momento muy incierto. Uno de los que se atrevió fue el Consulta O Cortixo, de A Illa. Una de sus responsables, Almudena Oubiña, explica que se decidieron a mantener la actividad, "porque somos tres hermanos y vivimos en el mismo inmueble donde está el bar". "Si no viviésemos ahí nos lo tendríamos que pensar mucho", pues sostiene que desde el 14 de marzo trabajaron muy poco.
De lunes a viernes de la primera semana apenas prepararon un menú y un bocadillo, pero la situación mejoró el fin de semana, con una veintena de pedidos a mediodía.
Desde entonces, la situación apenas mejoró en los días laborables (anteayer martes sirvieron apenas media docena de pedidos), aunque sí están trabajando mejor los fines de semana.
Almudena Oubiña sostiene que el cierre del negocio no solo se les hace cuesta arriba por las pérdidas económicas, sino también a nivel emocional. "Es duro, se echa mucho de menos el bullicio de la gente, las bromas con los clientes, las charlas a la hora del café". Eso sí, sintió la recompensa de ver como su trabajo ayudó los primeros días del estado de alarma a algunas personas que estaban trabajando en farmacias o supermercados y que agradecieron encontrar un lugar en el que comprar la comida hecha en unas jornadas tan difíciles. "Nos levantó mucho el ánimo".
El Consulta O Cortixo es uno de los bares más populares y concurridos de A Illa, pero su futuro es ahora incierto, como sucede con casi todos los locales de hostelería. Oubiña admite que será difícil mantener a flote un negocio que va a exigir tantos gastos (en desinfecciones constantes y equipos de protección), con la mitad de clientes que antes. "Pero vamos a intentarlo", avanza.
