El director del BDRI, Bruno Díaz López, sabe que "el comportamiento de los mamíferos marinos no cambia de la noche a la mañana". Dicho de otro modo, que a causa del confinamiento de los humanos "las costumbres de los cetáceos no van a variar a corto plazo de manera excesivamente significativa". Pero sí pueden producirse ciertas alteraciones, por ejemplo, a la hora de elegir las zonas de alimentación. De ahí la relevancia del estudio que desarrolla dicho centro de investigación para saber algo más sobre la vida de delfines y marsopas, conocidas en Galicia como "toniñas" y consideradas una de las especies más amenazadas.

Como se ha indicado en los últimos días, es cierto que en algunos ambientes terrestres las medidas de confinamiento han provocado cambios importantes, sobre todo debido a la reducción de la contaminación acústica. De ahí la inusual presencia de jabalíes, corzos, lobos y osos en zonas pobladas de diferentes puntos de la geografía española. Dicho de otro modo, que esa disminución de la contaminación acústica propiciada por la limitación de los desplazamientos por carretera genera cambios de conducta en diversas especies animales. Lo que está por ver ahora es si esto sucede también en las rías gallegas debido al descenso en el tráfico marítimo.

Aunque es cierto, y así lo asume el propio Bruno Díaz, que en las Rías Baixas "no puede hablarse de un descenso significativo", ya que, si bien en menor número, los barcos auxiliares de acuicultura, los de pesca y los de marisqueo siguen activos.

Lo que sí ha descendido, a causa del bloqueo total del sector turístico, es la presencia en esas aguas de barcos de recreo y/o catamaranes de pasaje. "Por eso va a resultar interesante estudiar los movimientos de delfines y marsopas en zonas a las que antes no se acercaban demasiado porque quizás se asustaban a causa de esa presencia de barcos de recreo", como el interior de los puertos deportivos e incluso los pesqueros.

Especialmente en el caso de la "toniña", una especie más escurridiza y asustadiza que los delfines, por lo que suele evitar las zonas tomadas por las embarcaciones.

Así las cosas, para encontrar respuestas avaladas por datos científicos precisos y ver si varía o no la distribución poblacional de los mamíferos marinos, el BDRI inició en febrero este proyecto, ahora con una significación especial debido a la "reclusión" de los ciudadanos.

"Puede aportar una información interesante gracias al sensor acústico de última generación que estamos utilizando; un aparato aún en fase de pruebas con el que estamos experimentando y que nos va a permitir conocer mejor a arroaces y toniñas".

Para ubicar el sensor "hemos buscado una zona que los delfines visitan pocas veces, como es el puerto de O Grove, donde hemos detectado una presencia de mamíferos marinos quizás mayor" de lo que se creía.

En el futuro, una vez superado el confinamiento, el equipo científico de BDRI completará el trabajo realizado en el puerto grovense con las observaciones de mamíferos marinos en diferentes puntos de la costa y desde sus embarcaciones.

Esto también permitirá abundar en el análisis de su comportamiento frente a una menor contaminación acústica, "ya que, tristemente, el próximo verano la navegación marítima va a ser mucho menor de lo habitual, debido a la limitación del turismo que se espera", pronostica Bruno Díaz.