La extracción de mejillón vuelve a estar condicionada por la presencia de biotoxinas marinas. El madrugador afloramiento de primavera que se había registrado desde principios de febrero acabó desapareciendo el mes pasado y la actividad pudo retomarse. Como era de esperar, ahora llega una segunda “andanada” de fitoplancton portador de células tóxicas, lo cual vuelve a ralentizar las operaciones en los puertos.
Esto ha derivado en el cierre repentino de trece polígonos bateeiros, como son los Grove C1, C2, C3 y C4, en la ría de Arousa; los Muros A y B, junto al Noia A, en la muradana; los Portonovo A, B y C, en la de Pontevedra; y los polígonos Vigo A , Cangas C y Cangas D, en aguas viguesas.
El reparto de cierres por ría
De este modo, en Arousa hay actualmente cuatro polígonos en los que está prohibida la extracción, a instancias del Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar).
También lo está en el único polígono de Baiona, en los cuatro de que dispone Muros-Noia, en los ocho existentes en Pontevedra y en seis de los doce localizados en la ría de Vigo.
Los cierres obedecen, una vez más, a la presencia de toxinas del género lipofílico, entre las que destacan las diarreicas.
Pero hay que insistir, una vez más, en que se trata de un episodio totalmente natural y que está controlado, ya que el Intecmar, que es el laboratorio encargado de decretar las aperturas y cierres de bateas en función del mayor o menor grado de toxicidad, mantiene operativas tanto sus funciones como su capacidad, a pesar de las limitaciones derivadas del estado de alarma por coronavirus.
Esto permite que la actividad extractiva siga realizándose, aprovechando el mejillón disponible en los polígonos que continúan abiertos.
En esta época del año los pedidos no son demasiados y el "oro negro" de batea tampoco está en su mejor momento de la campaña, pero al menos la actividad puede continuar, permitiendo abastecer los mercados y ofreciendo al consumidor un tan asequible económicamente como nutritivo y versátil en la cocina.
