La campaña de pesca de lamprea en el río Ulla, que comenzaba el 2 de enero y debería finalizar el próximo día 15, estaba resultando fantástica, pero se ha convertido en una ruina. Había abundancia de producto, y de hecho la sigue habiendo. Pero los principales clientes de los valeiros, el colectivo que se dedica a su captura desde embarcación, son los restaurantes, y están cerrados.

Además, las medidas preventivas derivadas del estado de alarma obligaron a suspender la fiesta de exaltación de la lamprea del Ulla que estaba prevista en Pontecesures el pasado 29 de marzo. Dicho de otro modo, que sin esa degustación festiva y con el sector de la restauración inoperativo, el primitivo pez no tiene salida.

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De ahí que la semana pasada solo un par de embarcaciones largaran sus nasas butrón en el río, a la altura de Pontecesures. Las dieciséis restantes habían cesado esta actividad días antes, precisamente por no tener a quién vender sus capturas.

Restaurantes que la preparan para llevar

Solo la existencia de un puñado de compradores contribuye a conservar esta actividad pesquera durante el actual estado de alarma. Hay negocios especializados en la preparación de lamprea, sobre todo al estilo bordelesa, que si bien no pueden abrir sus puertas al público la elaboran para su reparto a domicilio.

Esos pocos hosteleros y algún que otro comprador particular, son los únicos clientes de los valeiros ahora mismo, de ahí que las ventas sean alarmante bajas, sobre todo si se comparan con lo que podría haber sido esta campaña en caso de no haberse expandido el coronavirus.

Más aún cuando, como pudieron constatar los últimos valeiros al levantar sus aparejos, el preciado pez cartilaginoso sigue llegando en gran cantidad a estas aguas. Una abundancia que solo contribuye a aumentar su pesar, conscientes de que han perdido la que “iba a ser una de las campañas más importantes de los últimos tiempos”.

“Antes del estado de alarma se recogían hasta cien lampreas al día, y ahora seguirían pescándose por decenas, pero ya no vale la pena porque no hay demanda”, lamentan los pescadores.

La caída del precio

Entre ellos los hay que aclaran que los ejemplares de la “dama del Ulla” que antes de la pandemia se venderían por 35 o 50 euros se están despachando ahora por apenas 10 o 15 euros.

“Y así no vale la pena, porque no ganamos ni para pagar el combustible de las lanchas”, asumen con resignación.