El consumo de etiquetas es en estos momentos un excelente termómetro para medir la temperatura económica marcada por la pandemia del Covid-19 ya que identifica los sectores básicos de subsistencia y determina aquellos otros que el Decreto del Estado de Alarma entiende como prescindibles.

"Productos de alimentación y sanitarios son los que copan ahora los pedidos", resume Alejandro Buceta Otero, gerente de la firma Eti-Nor (Etiquetas del Noroeste S.L.), una microempresa con solo ocho empleados que ha visto multiplicada su actividad desde que estalló la crisis y comenzó el confinamiento social.

Por poner un ejemplo, la impresión de las pegatinas para las botellas de hidrogel se disparó a la enésima potencia y de hacer diez mil en épocas normales "hemos pasado a un millón", lo que da idea de la demanda de este tipo de productos en toda España.

Similar tendencia se observa en aquellos otros productos de farmacia relacionados con este episodio vírico o de compuestos químicos para desinfección, que han experimentado un enorme impulso a consecuencia de la terrible pandemia que asola España y el resto del mundo.

Pero es en el sector sanitario donde ese DNI adhesivo resulta imprescindible en cada acto médico al que se somete el paciente bien a través de las pulseras obligatorias o en su historial, sin olvidar los sellos para los tubos de ensayo o las inscripciones de las bolsas de sangre, por poner algún otro ejemplo de los muchos posibles. O sin ir más lejos aquellas que han de figurar en los test de detección del coronavirus, que asimismo han de incluir todos los datos de procedencia, composición, etcétera.

En Etinor subrayan que en la realización de estos variados trabajos de impresión emplean todo tipo de materiales, sobre todo papel y plásticos, a la vez que distintos tipos de adhesivos o pegamentos en función del tipo de mercancía a los que van dirigidas.

En alimentación, convertido por el confinamiento en el principal sector de consumo ciudadano, es donde la variedad del etiquetado es mayor en clara correspondencia con la diversidad de productos frescos, refrigerados o congelados, o para la distinción entre carnes o pescados y verduras, hortalizas y frutas.

Es en este sector primario en el que la empresa cambadesa ha observado una escalada de peticiones por parte de empresas de toda España, sin olvidar el mercado arousano, con encargos de conserveras, cocederos o incluso de congelados para conservación del pulpo u otros productos del mar.

A estos menesteres hay que sumar otros encargos más excepcionales pero que seguirán atendiéndose cuando la actividad se reactive una vez superadas las fases más complejas de la pandemia del coronavirus.

"Hemos fabricado desde etiquetas para fuselajes de avión, que tienen que soportar temperaturas elevadísimas e incluso para misiles para el Ejército pero también otras para laboratorios de criogénesis en las que tienen que soportar un frío extremo", explica Mónica Buceta, socia de esta empresa cambadesa y que lleva en la firma desde su creación en el año 2002.

Visto todo ello, nadie duda de que la actividad que desarrollan en Etinor es esencial para que el mercado pueda seguir moviéndose aunque sea a la velocidad del mercado que marque la evolución de la pandemia.