Los enfermos que acuden varios días a la semana a diálisis pertenecen a la población de riesgo del coronavirus. La mayoría son personas de edades avanzadas que padecen otras patologías además de la renal. Por ello, Diaverum Vilagarcía, la clínica en la que reciben tratamiento todos los pacientes de la comarca (el Sergas tiene un concierto con la empresa al no disponer de unidad de diálisis propia en O Salnés), ha extremado las precauciones para evitar que sus pacientes y trabajadores se contagien de Covid-19.

De hecho este centro sanitario ubicado en Carril ya envió las primeras recomendaciones a sus usuarios el 26 de febrero, cuando todavía en España no se había tomado ninguna medida (el estado de alarma se decretó el 14 de marzo).

Y es que "en la clínica de diálisis, dadas sus especiales características, tanto por el tipo de pacientes tratados como por la necesidad de compartir un espacio cerrado durante muchas horas, es importante mantener de manera estricta una serie de medidas específicas recomendadas por las autoridades sanitarias para limitar en lo posible la transmisión de las infecciones respiratorias", recalca Diaverum en su primer escrito (hasta la actualidad ha enviado a sus pacientes tres).

Entre esos primeros consejos figuran los genéricos (que debe seguir toda la población), como lavarse las manos con agua y jabón o solución alcohólica con bastante frecuencia (y sobre todo después de toser, estornudar, sonarse, tocarse la nariz o la boca, antes y después de cada comida, tras ir al aseo o cuando estén visiblemente sucias), taparse la boca con pañuelos de papel al toser y estornudar, tirar ese papel a la papelera y lavarse las manos, o en el caso de no disponer, toser o estornudar en la flexura del codo.

Pero desde entonces la propagación del coronavirus ha ido creciendo y la unidad de diálisis que atiende a todos los enfermos renales de O Salnés decidió endurecer las medidas de prevención. "Siempre fueron muy severos con las condiciones higiénicas, pero ahora todavía más", comenta un paciente del servicio, que confirma que por el momento no hay ninguna persona contagiada.

Una de las nuevas directrices es "prescindir del servicio de ambulancias, si es posible". La clínica recomienda a los usuarios que los lleve un familiar hasta las dependencias de Rosalía de Castro para recibir tratamiento; de hecho la mayoría de pacientes ya no van en ambulancia, pero unos pocos no disponen de un medio de transporte alternativo y deben de continuar utilizándola.

Para reducir el riesgo de infección, la clínica ha tomado más decisiones, como la prohibición de que los pacientes entren a la sala de diálisis con abrigos, bufandas, cojines, bolsos y mantas propias. Como pasan tantas horas sentados conectados a una máquina, hay enfermos que solían ir a su sesión diaria con una manta o un cojín para estar más cómodos, pero ahora no pueden utilizarlos con motivo de la pandemia del Covid-19.

Los usuarios que se desplazan con muletas o bastón deben dejarlos fuera de la sala y son acompañados por el personal de la clínica. Con respecto a los auriculares, los enfermos deben llevárselos a casa al finalizar el tratamiento, pues está prohibido que los dejen en la sala de diálisis para la siguiente sesión.

En el caso de que algún enfermo presente síntomas como tos, fiebre y dificultad respiratoria, la dirección de Diaverum aconseja que avisen al 061 y se queden en casa. También deben telefonear a la clínica, que le informará donde y cuándo podrá recibir su tratamiento renal.

Los pacientes que acuden a dializarse son enfermos crónicos. En el centro sanitario de Vilagarcía funcionan tres turnos (con una capacidad máxima de 20 usuarios en cada uno). Así, los lunes, miércoles y viernes hay sesiones de mañana y tarde, mientras que los martes, jueves y sábados solo de mañana, según las fuentes consultadas. Este periódico se puso en contacto en dos ocasiones con la clínica pero no recibió respuesta a sus preguntas.