Las empresas depuradoras de Galicia avanzan casi irremediablemente hacia el desastre económico. El Estado decidió mantenerlas abiertas cuando decretó la situación de alarma por COVID_19, por considerarlas de primera necesidad, cuando resulta que en tiempos de crisis sanitaria como los actuales nadie piensa en comprar marisco.

La situación es preocupante para el sector, sobre todo por dos aspectos fundamentales. Por un lado, en los tanques de depuración de algunas empresas no hay producto, ya que el desabastecimiento es ahora generalizado, y sin embargo tienen que mantener operativas las instalaciones, con el coste que eso conlleva. Y, por otra parte, hay depuradoras que tienen acumuladas ingentes cantidades de ostra, almeja, berberecho y todo tipo de especies de concha similares que ahora nadie quiere comprar, ni siquiera después de que los precios cayeran en picado en las últimas jornadas.

Tanto es así que algunos empresarios de este sector dedicado a la depuración y venta de moluscos en el mercado de fresco temen verse abocados a la desaparición y piden ayuda a la Xunta y el Estado central.

Reclaman, por ejemplo, la orden de paralización inmediata de la actividad extractiva y depuradora, ya que así podrán acogerse a los beneficios correspondientes por cese de actividad.

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Al igual que reivindican que se libere al sector de la urgencia de hacer frente a las cargas tributarias, que se establezcan compensaciones indemnizatorias por parada forzosa y que se busquen fuentes de financiación adicionales en los Fondos Europeos de la Pesca (FEMP).

Todo sucedió repentinamente, en vísperas del puente festivo

El principal problema al que se enfrentan es que en vísperas del Días del Padre y de la llegada de la campaña fuerte de Semana Santa, como también antes de que se supiera que iba a decretarse el estado de alarma en España, los depuradores adquirieron gran cantidad de producto.

Lo hicieron en previsión de la importante demanda que se avecinaba y aprovechando la notable actividad de las diferentes cofradías y agrupaciones de mariscadores, sin duda beneficiadas para la extracción por los que fueron los episodios de bajamar más acusados del año.

Todo ello sucedió, hay que insistir, justo antes de que comenzara la cuarentena, de que cerraran restaurantes y hoteles, antes de que se prohibiera a los ciudadanos salir de casa y, en consecuencia, antes de que todo el sistema de comercialización de moluscos se fuera al traste.

"El primer día del estado de alarma cerraron 16 de nuestros clientes y poco a poco fueron cerrando los demás, por lo que llevamos días abiertos y con los gastos de siempre en las instalaciones para nada; no hay compradores porque en una crisis así la gente no piensa en comprar marisco", lamentan en Mariscos Sálvora, una firma depuradora asentada en Vilaxoán (Vilagarcía).

Un producto que no tiene salida

Lo cierto, es que ahora los depuradores y/o comercializadores de moluscos bivalvos carecen de actividad y, en algunos casos, mantienen sus empresas llenas de un producto que no tiene salida, y que tampoco pueden devolver al mar.

Es, en consecuencia, una situación desesperada, "pues se trata de productos que han de ser comercializados vivos, no congelables, y con una vida útil muy breve", lo cual complica la logística de las empresas, al no ser aptos para el acopio durante mucho tiempo.

"El consumidor no quiere almejas; compra pollo y leche"

Sabedores de que "el consumidor no reclama en estos momentos almejas y berberechos, sino que hace acopio de pollo, leche, carne o conservas, entre otros productos", los depuradores llevan tiempo pidiendo al Estado que ordene su cierre, para así poder acceder a las ayudas pertinentes y capear este duro temporal.

Así se lo hizo saber la Asociación Galega de Depuradores de Moluscos (Agade) tanto a la Xunta como al Estado central, recordándoles, igualmente, que no tiene sentido mantener operativas unas instalaciones que destinan habitualmente buena parte de su producción a unos clientes actualmente inoperativos, como son los restauradores.

Un sector, dicho sea de paso, "directamente clausurado por orden gubernativa hace días, mientras que el nuestro, formado por mariscadores y depuradores, permaneció incomprensiblemente operativo, al igual que los parques de cultivo y las bateas de mejillón y ostra, lo que nos impide acogernos a la situación de fuerza mayor pese a la destrucción económica global que tenemos ya encima", lamentan los depuradores gallegos.

Un producto que se debilita y flaquea

Para entender mejor la difícil situación de las firmas depuradoras hay que incidir, y sus representantes así lo hacen, en que a los bivalvos que llegan a sus instalaciones "no se les puede alimentar", y esto supone que "el tiempo que el molusco puede permanecer sin signos de debilitamiento o sin empezar a flaquear es muy reducido", especialmente en el caso de las navajas, almejas y mejillones.

Dicho de otro modo, que las depuradoras trabajan con stocks muy elevados, tanto para hacer frente a las ventas diarias, cuando las hay, como a las tareas de depuración para cubrir la previsión de ventas futuras. De ahí que el cierre repentino de los restaurantes "dejara sin salida todas las ventas previstas para el fin de semana y el puente del Día del Padre".

Se trata de un producto acumulado, hay que insistir, que ya no se puede vender, por haber perdido carne, o incluso que ha muerto en cuestión de días.

Esto hace que sea "imposible recuperar la mercancía ya expedida porque la reinmersión en agua está totalmente prohibida una vez que el producto ya ha sido envasado al por menor", detalla Agade en sus demandas ante las autoridades.

Altos costes de funcionamiento

Y por si esto no fuera suficiente, hay que tener en cuenta los costes de funcionamiento de cada depuradora, advirtiéndose de que el gasto energético es muy elevado debido al bombeo constante de agua de mar para rellenar los tanques y piscinas de depuración.

A este respecto, cada especie debe ser tratada en tanques separados, y además "cuesta lo mismo mantener abierta una depuradora con 50 kilos de producto en sus piscinas que hacerlo cuando tiene acumulados 5.000".

Este es un problema añadido, porque del mismo modo que hay instalaciones que tienen tanto stock que no son capaces de deshacerse de él, también las hay que siguen abiertas porque el Estado no las mandó cerrar pero que sufren el desabastecimiento derivado del cese de actividad de los mariscadores, cada vez más acusado en Galicia.Sin red de transporte

Puestos a analizar las complicaciones con las que se encuentra el sector, los empresarios alegan que "la siempre completa misión de llevar a los mercados productos perecederos como los bivalvos es ahora casi imposible, pues el transporte resulta cada vez más escaso y caro, al tiempo que sufre, en el caso de las rutas internacionales, el cierre de fronteras en destinos tan importantes como Italia".

Y todo ello da forma a "una crisis que no nos afecta solo a los depuradores y transformadores (cocederos) de moluscos, sino también a los miles de profesionales dedicados a extraer el molusco y a infinidad de empresas auxiliares.