Es época de sulfatar las viñas en Rías Baixas, una actividad que requiere de equipos especiales para protegerse de los riesgos sanitarios que provoca el manejo de productos químicos agresivos pero imprescindibles para prevenir el oidio, el mildiu o la botritis. Pero ahora es necesario combatir otra plaga mucho más importante: el coronavirus. Y los medios existentes son escasos por lo que hacer acopio de las escafandras que hasta ahora empleaban los viticultores en esta época del año se ha convertido en una especie de tabla de salvación para los sanitarios.

En esta semana, los profesionales de centros médicos buscan todo tipo de prendas que les aíslen del contacto con la terrible y lectal bacteria que asola el mundo. De ahí que en varias tiendas especializadas en mercancías para el campo se hayan quedado sin stock de monos de sulfatar, un equipo que los profesionales de la provincia de Pontevedra tendrán como recurso ante la falta de material.

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Encontrar uno de estos monos típicos del viñedo es casi tan difícil como una mascarilla. Será, por tanto, una prenda a la que deberán acostumbrarse los pacientes que den positivo en el test del Covid-19 pues son un "furor" en estos momentos entre el personal de emergencias, enfermeros, auxiliares y otros equipos.

En varios centros se las han tenido que ingeniar con todo tipo de protecciones, incluidos los típicos gorros de baño que se emplean en las piscinas o bolsas de basura convertidos en trajes de usar y tirar, para prevenir contagios. Pero ahora los trajes de sulfatador parecen una mejor escafandra en caso de necesidad pues ni en los hospitales como en el de O Salnés hay suficiente material para hacer frente a la situación.

"Hemos comprado todos los trajes que pudimos y esperemos que nos cubran los dos o tres días de más colapso, cuando llegue el pico a O Salnés", explican con resignación los profesionales de este centro.

Y es que quienes estarán en primera línea cuentan con lo mínimo imprescindible para su actuación. "Nos han entregado un equipo FPP-3, el de máxima protección, y dos unidades de FPP-2, que son los que usamos cuando se atendía a un infartado, por poner un ejemplo", explica un veterano profesional que quiere preservar su identidad.

El problema es que estos equipos, en especial el NBQ, parecido al traje de astronauta y que se emplean en industrias químicas o en ataques biológicos son de un solo uso, si bien son conscientes de que va a ser necesario reciclarlos, lavándolos con agua caliente y lejía, aún cuando pierdan eficacia.

De hecho, ya en este momento, se están reciclando mascarillas y trajes en O Salnés pues la carencia de equipación puede poner en un grave aprieto a los centros, sobre todo si se tiene en cuenta que se espera para este sábado el pico de la enfermedad en la comarca.