Al mal tiempo, buena cara. Este refrán ha sido aplicado en muchos barrios vilagarcianos como fórmula para superar el obligado confinamiento a causa de la pandemia del coronavirus. Empezaron asomando por las ventanas y balcones de los edificios, imitando gestos de otras localidades españolas, para expresar el reconocimiento al duro trabajo que llevan a cabo los profesionales sanitarios. Pero ahora ya se trata de una cita social imprescindible; una forma de llevar el encierro, pero al mismo tiempo socializando con otras personas, además de la familia, sin dejar de cumplir con las estrictas órdenes de quedarse en casa para evitar los contagios.

Cuanto más próximas sean las urbanizaciones, mejor. Es el caso de los residentes en la plazoleta ubicada en la calle Arcebispo Xelmírez, casi junto a la céntrica calle San Roque; o en la mismísima Plaza de Ravella, entre otras urbanizaciones de la ciudad.

A la hora del vermú, uno de los vecinos se convierte en Dj espontáneo con una selección de temas musicales, al estilo de un bar o pub, animando al resto de los habitantes de los edificios del entorno a salir al balcón con su vermú o refresco y compartir en el nuevo círculo social del encierro domiciliario un brindis y un grato momento.

De esta forma, se olvidan o aparcan por un rato las preocupaciones por tantos días de confinamiento, los disgustos por las regulaciones temporales de empleo, el cierre de negocios y otros tantos problemas derivados de la crisis sanitaria global. Por la noche, a las 20 horas, toca volver a salir al balcón para rendir homenaje a los profesionales de la sanidad.