La música se ha convertido en una fiel compañera de confinamiento para muchos. Los hay que solo pueden escucharla, pero también aquellos que pueden tocarla en base a su dominio de los instrumentos. Hacer pasar un buen rato a los vecinos, y de paso invertir el mucho tiempo disponible, es lo que ha movido a varias familias a hacer de sus balcones pequeños escenarios a los que también llegan los aplausos.

En A Illa, concretamente en la avenida de Castelao, todos los días a partir de las 19.30 horas José Manuel Panadero trata de contagiar de felicidad a sus vecinos. "Gaiteiro en la reserva", como él mismo se define, ha retomado un instrumento que tenía abandonado desde hace más de ocho años como una muestra más de compromiso y responsabilidad social.

"Aún guardo mucho contacto con los gaiteiros y vi que a través de redes sociales, personas como Susana Seivane, animaban a salir a los balcones a tocar y me animé", reconoce el cambadés afincado en A Illa. Tampoco pasa por alto que "hube de refrescar mi memoria y repasar el repertorio porque hacía mucho tiempo que no tocaba".

Su familia también se ha implicado en la iniciativa, especialmente su primogénita Candela. "Me acompaña todos los días y se le da bien. La verdad es que da gusto ver como te reconocen el gesto y muchos te comentan que te oyen tocar desde sitios de A Illa muy lejanos a nuestra casa".

También en Vilagarcía, Eduardo Bueno, su pareja Mónica Vilas y sus hijos Roque y Lois, han hecho de su balcón el mejor lugar para desarrollar una foliada. "Fueron tres veces, pero la verdad es que nos lo pasamos bien".

Añade Eduardo que "lo hicimos sobre todo por los niños que van a la escuela de música y les gusta tocar. Muchos vecinos también te dicen que les gusta y te lo agradecen con aplausos. Es una manera de llevar a todo esto un poco de alegría".