El barco de pasajeros "Boramar", que ardió en aguas de O Grove el 24 de julio de 2018, sufrió un incendio provocado por el deficiente estado de su cocina, que precisamente estaba siendo montada aquellos días en aquel catamarán de segunda mano que había llegado a la ría de Arousa pocos días antes para ofrecer travesías a los turistas.

De este modo se confirman las hipótesis desveladas inicialmente por FARO DE VIGO, cuando aún se buscaban explicaciones a aquel trágico suceso en el que se vieron implicadas y afectadas medio centenar de personas, una de las cuales falleció días después.

Así queda patente, casi dos años después, tras hacerse público el informe oficial sobre aquel terrible episodio elaborado por la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM), dependiente del Ministerio de Fomento.

En ese documento se establece que el "Boramar" llegó al puerto de O Grove el 29 de mayo de 2018 procedente de Valencia, es decir, solo dos meses antes del suceso, y fue sometido en un astillero, como se informó entonces, a obras de puesta a punto que finalizaron el 9 de julio, apenas dos semanas antes del incendio.

Las reformas introducidas en el buque

Aquellas reformas a bordo incluían la realización de un local abierto destinado a albergar una cocina de gas, en el interior del espacio destinado a los pasajeros, realizándose el mismo "sin una compartimentación completa ni un aislamiento contraincendios" apropiado y ajustado a la normativa.

Así lo hace constar la CIAIM, que además destaca que ese compartimento carecía de medios de detección y extinción de incendios, además de ser una obra de reforma que no se puso en conocimiento de Capitanía Marítima de Vilagarcía.

Es cierto, y así consta en el expediente, que "la preinstalación de gas, con las tuberías, válvulas de conexión y contenedor para las botellas de gas se realizó en el astillero por parte de una empresa autorizada".

Peor también lo es que "no hay constancia del momento en que se instaló la propia cocina, como tampoco consta la emisión del certificado de la instalación".

52 personas a bordo

Lo que sucedió aquel 24 de julio de 2018 fue que antes de zarpar del puerto de O Corgo, se descargaron del barco dos bombonas de butano y se cargaron otras dos, emprendiendo viaje con 48 pasajeros a bordo.

También estaban en el catamarán tres tripulantes y un familiar que no constaba oficialmente entre los viajeros, pero que había estado ayudando en las labores de hostelería, ya que la ruta prevista por la ría de Arousa incluía, como es habitual, la visita a una batea de cultivo de mejillón y la degustación de este molusco a bordo.

Esto supone, por cierto, que "los tripulantes no realizan solamente labores propias de la navegación y manejo de la embarcación, sino que se dedicaban a otras tareas adicionales como la animación social, la preparación de alimentos y la distribución de bebidas entre los pasajeros", constata la CIAIM.

En menos de cinco minutos de navegación

Dicho esto, se hace constar que en menos de cinco minutos de navegación, después de zarpar del puerto de O Grove y a la altura de la isla de A Toxa, "se produjo una deflagración a bordo del catamarán" localizada, precisamente, "en la cocina situada a babor-popa del espacio de pasaje, sobre la cubierta principal".

Aquella deflagración "es compatible con una acumulación de gas procedente de la zona de la cocina", sostiene la CIAIM, dando lugar a un fuego que "se extendió a gran velocidad por toda la embarcación, dificultando enormemente tomar medidas eficaces para luchar contra el mismo".

Y la causa, sentencia el informe oficial sobre el accidente, fue que el cerramiento estructural de la cocina antes aludido, así como su aislamiento, "no resultaron eficaces", ya que "la cocina se había instalado sin atender a la normativa, que exigía un espacio distinto del espacio para el pasaje, cerrado y protegido por mamparas y cubiertas de clase A-30, y dotado de medios contraincendios específicos".

Inevitablemente, el "Boramar" ardió por completo "en pocos minutos", y aunque "la tripulación se esforzó al máximo para lograr una evacuación sin víctimas en ese momento, actuó de forma inapropiada y descoordinada", quizás porque "no consta que la tripulación hubiera realizado regularmente ejercicios" de salvamento apropiados para un caso así.

A continuación se resumen algunas de las claves del informe emitido por la CIAIM sobre el naufragio del "Boramar":

  • Instan a Marina Mercante a realizar una campaña de inspección de cocinas

La CIAIM no se limita a poner de relieve las razones por las que se produjo el terrible accidente marítimo del "Boramar", que pudo haberse convertido en una tragedia mucho mayor en caso de registrarse más lejos de la costa o en otro momento del día. El departamento dependiente del Ministerio de Fomento también establece una serie de recomendaciones para que episodios así no vuelvan a repetirse.

A modo de ejemplo, insta a la Dirección General de la Marina Mercante a establecer "una campaña de inspección centrada en el cumplimiento de la normativa de prevención, detección y extinción de incendios en las cocinas de las golondrinas o buques de pasaje turístico".

Esta campaña, cree la CIAIM, "debería estar orientada tanto a solucionar los problemas detectados, como a sancionar a los armadores y astilleros que realizan obras de reforma sin notificar a la Autoridad Marítima", como parece haber sucedió en el caso del "Boramar".

  • Fijar un mínimo de tripulantes con la formación apropiada

Del mismo modo, la CIAIM plantea la necesidad de que, "al fijar las dotaciones mínimas de seguridad en este tipo de embarcaciones, se establezca la presencia de dos tripulantes como mínimo, con la formación precisa, por cada una de las cubiertas de pasaje, para así garantizar la seguridad de los pasajeros durante una evacuación apresurada".

También a la empresa Cruceros Rías Baixas S.L., a la que pertenecía el "Boramar", se le aconseja "establecer una dirección técnica, en la figura de una persona con formación y experiencia en la gestión de buques similares, como por ejemplo un capitán, patrón o jefe de máquinas de la Marina Mercante".

Este mando, que también puede ser un ingeniero naval, debe tener "capacidad de decisión, con la función de supervisar la seguridad técnica y operativa de los buques de su flota".

  • Al menos dos tripulantes por cada cubierta de pasaje

De igual modo, la CIAIM apremia a la armadora para que aumente el número de tripulantes de sus buques, de manera que por cada una de las cubiertas de pasaje "haya como mínimo dos tripulantes con formación suficiente", es decir, "que cuenten al menos con el certificado de especialidad" en este tipo de buques.

  • Ejercicios regulares de adiestramiento y chalecos salvavidas

En la misma línea, la naviera debe establecer "una política de ejercicios regulares contraincendios y de abandono (del barco) por parte de todos los tripulantes, estableciendo cuadros orgánicos de emergencias en cada buque con las funciones que deba realizar cada tripulante", puntualiza la CIAIM.

Donde también reclaman que los ejercicios se adiestramiento se realicen periódicamente "en presencia de inspectores de la Capitanía Marítima" y que barcos como el "Boramar" dispongan de "chalecos salvavidas de abandono en varios emplazamientos a lo largo de toda la eslora del buque", en lugar de concentrarse en un único punto".

  • Hay que notificar las reformas que se introduzcan en los barcos

Asimismo, "es preceptivo notificar a las autoridades marítimas cualquier reforma en un buque que pueda tener potenciales consecuencias en la seguridad marítima", espetan la CIAIM antes de insistir en que con el "Boramar" no se hizo así, pues "ni el armador ni el astillero notificaron a la Capitanía Marítima la instalación de un 'office' con una cocina en el interior de un espacio de pasaje".

  • Necesidad de diferenciar entre la función náutica y las labores de hostelería

A todo esto se suman una serie de "lecciones de seguridad", como es que "los tripulantes que se dedican a labores náuticas no deben realizar otras tareas a bordo, particularmente labores de hostelería o animación turística", que es lo que suelen hacer en este tipo de catamaranes que surcan la ría y ofrecen degustaciones.

El informe trata de evitar tragedias futuras

La CIAIM quiere dejar claro que se dedica a "investigar los accidentes e incidentes marítimos" para "obtener conclusiones y enseñanzas" que permitan reducir riesgos futuros, "contribuyendo así a la mejora de la seguridad marítima y la prevención de la contaminación por los buques".

Lo que quiere decir es que informes técnicos como el ahora hecho público en relación con el incendio del "Boramar" no tratan de prejuzgar "la decisión que pueda recaer en vía judicial, ni persiguen la evaluación de responsabilidades, ni la determinación de culpabilidades".

Se trata, en consecuencia, de una aportación oficial y documentada, basada en una investigación técnica, con la que "establecer las causas y circunstancias que directa o indirectamente hayan podido influir en el accidente o incidente", para así evitar nuevos sucesos y, de paso, poner sobre la mesa las recomendaciones de seguridad pertinentes.

Las llamas se propagaron con rapidez

En este caso concreto se investigó lo sucedido aquella tarde del 24 de julio de 2018, cuando el catamarán de pasajeros "Boramar" sufrió un incendio "mientras navegaba con 52 personas a bordo en una ruta turística por la zona sur de la ría de Arousa, en las proximidades de la isla de A Toxa".

En base a esa investigación la CIAIM establece que "el incendio se extendió rápidamente por todo el buque, y todos sus ocupantes abandonaron el barco saltando al mar".

Como se explicó entonces, "algunos se refugiaron en una batea que se encontraba a escasos metros de la embarcación, y todos fueron rescatados por múltiples embarcaciones de pesca, recreo y salvamento que se encontraban en la zona".

34 heridos y un fallecido

Aquel suceso, confirma la CIAIM, se saldó con "35 personas con heridas y quemaduras de diversa consideración, produciéndose días después el fallecimiento de uno de los pasajeros heridos, como resultado de las quemaduras sufridas en el accidente".

La embarcación, recuerda la comisión de investigación del Estado central, quedó varada en Punta Cabreira (A Toxa) "y terminó destruida por el fuego", generándose un pequeño vertido, debido al combustible de la embarcación, que "fue contenido mediante barreras anticontaminación".

En base a tales hechos, la CIAIM recibió la notificación del suceso al día siguiente, el 25 de julio 2018, y en ese preciso instante "fue calificado provisionalmente como 'accidente muy grave', acordándose la apertura de una investigación de seguridad".

De ella surge el informe ahora aludido y reflejado en esta información, el cual fue revisado de manera preliminar por el pleno de la CIAIM el pasado 15 de noviembre de 2019, siendo publicado ahora.

Operaba en Valencia y se averió de camino a O Grove

En el mismo se hace constar que el "Boramar" había sido adquirido poco antes por la empresa Cruceros Rías Bajas a su anterior propietaria, la firma Enrolat, "que se dedicaba a otro tipo de actividad, conocida como 'party boats', en el puerto de Valencia, donde no prestaba servicio de restauración, limitándose solo a proporcionar servicio de bar a bordo".

Como ya detalló en su momento FARO, durante su trayecto entre Valencia y O Grove, el catamarán "sufrió una avería en la bomba de inyección del motor principal de estribor, que le obligó a parar varias veces y a requerir asistencia técnica oficial del fabricante", asegura la CIAIM.

Salió del astillero el 9 de julio de 2018

A su llegada a Arousa "se dirigió a efectuar una puesta a punto en el varadero Astilleros Facho, de la cual salió navegando por sus propios medios en la mañana del 9 de julio de 2018".

Parece probado que en esa puesta a punto "se habilitó dentro de la embarcación, en la popa de la cubierta principal, a proa del mamparo de proa del aseo de babor, una cocina para el servicio de restauración de a bordo, que consistía en un fregadero de un seno, unas alacenas y un mostrador".

Asimismo, "en la popa de la cubierta superior, sobre la cocina, se instaló un soporte metálico para dos bombonas de butano, junto con las canalizaciones de gas hacia el nuevo espacio".

La reforma no estaba terminada

Lo que sucede es que, como se apuntó entonces, la obra no estaba aún terminada. "No hay constancia de que durante esa varada se terminara la instalación de la cocina, pudiendo faltar las terminaciones, las conexiones de gas necesarias y los quemadores en el nuevo espacio", sugiere la CIAIM.

A pesar de ello, "el catamarán comenzó a operar con pasajeros el día 14 del mismo mes, sin haber sido inspeccionado previamente por la Capitanía Marítima, pues el armador no había solicitado permiso a la misma para efectuar la instalación de la cocina, ni notificó a ese organismo la obra de reforma en ningún momento antes del accidente".

Y no fue el único, ya que "el varadero tampoco notificó a la Capitanía Marítima esta obra de reforma", resalta la comisión de investigación del accidente.

Sus primeros viajes tras la reforma

Cinco días después de salir del astillero, supuestamente con la obra de la cocina incompleta, el catamarán realizó su primera travesía. Desde ese instante y hasta la jornada del fatídico accidente, efectuó dos cruceros por la ría con parada en batea, de aproximadamente dos horas de duración cada uno.

Fue los días 14 y 15 de aquel mes de julio. Volvió a zarpar el día 20 "para realizar lo que parece ser una navegación de prueba, ya que solo tuvo dieciséis minutos de duración, y el 21 hizo un crucero por la ría y otro entre los puertos de O Grove, Sálvora y Ribeira, de tres horas y media de duración".

Aquel mismo día surcó la ría durante caso dos horas, con parada en una batea, y el 22 marcó un rumbo similar, permaneciendo amarrado y sin actividad el 23 de julio, víspera del trágico suceso.

"Durante los días que este catamarán estuvo sin actividad aparente, otros catamaranes en el puerto de O Grove realizaron cruceros similares", apostilla la CIAIM.

El relato del fatídico día

Y así se llegó a aquel 24 de julio, cuando el catamarán activó sus sistemas de navegación y seguimiento a las 15.43 horas, cuando estaba amarrado en el puerto de O Grove. "Permaneció así hasta las 16.10 horas y salió del puerto (a las 16.12 horas) con diez minutos de retraso sobre la hora programada para recorrer una ruta turística por la ría".

Aclara la CIMA que el patrón realizó la maniobra de salida de puerto y puso rumbo a las bateas "navegando en dirección ENE con una velocidad de 6 nudos".

El patrón cedió temporalmente el gobierno de la nave

En ese instante "el patrón cedió temporalmente el gobierno del timón a uno de los marineros mientras procedía a relatar por megafonía las vicisitudes del crucero".

El otro marinero miembro de la tripulación estaba "en la cubierta principal, sirviendo bebidas y aperitivos a los pasajeros, haciendo las funciones de camarero".

La trayectoria del catamarán era "prácticamente recta", avanzando en dirección a "las bateas que hay a unos 300 metros al este de la punta del dique", internándose en ese polígono "con la misma velocidad y rumbo".

Fue a las 16.15 horas, "navegando a 6,9 nudos y manteniendo un rumbo 063º entre las bateas", cuando el "Boramar" empezó "a virar hacia el norte para realizar la visita a la batea en la que se detenía en todos sus viajes.

Fue en ese momento cuando "se produjo una deflagración que provocó un fuego que se extendió rápidamente por el techo de la cubierta superior".

Según las declaraciones de los pasajeros, explica la CIAIM, "el fuego se originó en el espacio de la cocina, situado a popa-babor sobre la cubierta principal".

A partir de ese punto "la velocidad del catamarán se reduce progresivamente, y en lugar de dirigirse a la misma batea de siempre, al no conseguir completar el cambio de rumbo, la embarcación termina ya sin velocidad" en las proximidades de un vivero flotante "que se encuentra inmediatamente al este" del que era su destino.

El desenlace es de todos conocido, con los pasajeros arrojándose al agua y el barco destruyéndose por completo, pasto de las llamas.