"Mis amigos y compañeros aún se lo toman a broma. No quieren aceptar el no a las relaciones sociales". Esther Patruno es hija de una vecina de O Sixto que emigró a Alemania, y estudió hasta los 16 años en Vilagarcía. Ahora, lleva más de tres décadas en el gigante centroeuropeo y observa con enorme preocupación el avance del coronavirus en su país.

La familia paterna de Patruno procede de Italia, de ahí que ella conozca bien la cruda realidad de un virus que no solo puede poner en jaque el sistema sanitario de un país entero, sino que condena a muchos de los enfermos a morir en la más completa soledad. "Mi familia en Italia, los de Lombardía, llevan cuatro semanas en peligro, y la familia del sur lleva 10 días confinada. En Bolonia han declarado la zona roja". Ese conocimiento del avance de la plaga en Italia ha hecho que esté muy sensibilizada.

En cierto modo, las escenas de Alemania que describen Esther Patruno y la vilanovesa Dora Oubiña son muy similares, y se asemejan mucho a lo que se vivió en España hace apenas una semana, cuando una parte de la población apuraba al máximo todas sus oportunidades de ocio y encuentro social, mientras otra empezaba a tragar saliva y corría a los supermercados.

En Alemania no se ha impuesto el confinamiento forzoso pese a que rondan los 20.000 casos (unos 10.000 menos que en España), pero Esther Patruno señala que los tranvías circulan prácticamente vacíos, que ya no hay turistas en los grandes monumentos del país, y que han cerrado sus factorías los tres monstruos del motor germano, Audi, Mercedes y Volkswagen.

Reside en Karlsruhe, y en la ciudad están cerradas las escuelas, los centros deportivos y los locales de hostelería. "La gente hace compras como si se acabase el mundo", cuenta, mostrando unas fotos en las que se aprecian lineales vacíos de pasta, arroz, harina y, como sucedió en España, papel higiénico.

Además, Alemania ha cerrado las fronteras con Francia, Austria y Suiza, "y los empleados que violen las reglas y vayan simplemente a comprar o de visita a Francia estarán obligados a quedarse 14 días en casa sin derecho a sueldo".

Baja mortandad

España observa con asombro la baja mortandad que el coronavirus está teniendo en Alemania. En España, mueren cuatro de cada cien personas que han dado positivo en las pruebas (se presume que el porcentaje real es más bajo, dado que en muchos casos la enfermedad cursa de modo tan leve que Sanidad ni siquiera realiza la prueba al sospechoso, y le manda aislarse), pero en Alemania solo fallecen un 0,36 por ciento.

Los expertos no saben a que se debe esta situación, y barajan distintas hipótesis, como que en Alemania hay muchos más positivos leves, porque hacen más pruebas (hasta seis veces más que en España), o que el brote en este país haya empezado algo más tarde, y que en consecuencia lo más crudo de la situación esté todavía por llegar.

La vilanovesa Dora Oubiña vive en Cuxhaven, una ciudad turística e industrial del norte de Alemania, de casi 50.000 habitantes. A mediados de esta semana, tenían conocimiento de 13 casos positivos por coronavirus en la zona, pero el lunes solo eran cinco, lo que indica que el brote está empezando a manifestarse. "Mi situación como abuela que está ayudando a cuidar de los nietos es de inseguridad", admite. Esta arousana señala que la gente de su edad no solo está preocupada por su salud, sino también por la de sus descendientes. "Hay más infectados en las ciudades grandes, que es donde trabajan muchos de los hijos y nietos de la gente de mi generación", explica.

La situación en Alemania, estos días, tiene muchos paralelismos con la de España de hace apenas una semana. Las sucursales más pequeñas de los bancos han cerrado, y únicamente siguen abiertas las centrales; se han cancelado docenas de eventos culturales y deportivos; varias empresas instauraron el teletrabajo, o habilitaron habitaciones para que los trabajadores puedan llevar a sus hijos y dejarlos con una cuidadora contratada para la ocasión; en las empresas con un solo turno, el personal hace grupos y entran con media hora de diferencia; los restaurantes solo abren de 12 del mediodía hasta las seis.

"Aquí la gente no hace tanta vida social como en España debido al clima, y quizás por eso el coronavirus no se propagó tan rápido", estima Dora Oubiña. Esther Patruno, por su parte, cree que Alemania gestionó bien los primeros momentos de la crisis, "aislando de inmediato los primeros casos". "El problema se agravó en el momento en el que la gente regresó de las vacaciones de esquí, sin control, sin guardar para sí mismos la cuarentena". Sobre la situación en Italia y España, esta mujer de origen arousano cree que los gobiernos despertaron tarde, y se equivocaron, "al dejar escapar a gente de las zonas cero a las regiones no afectadas".