Leer, escuchar música, disfrutar de la familia más próxima, aprovechar para hacer cosas en casa para las que el trajín diario no deja tiempo, ... Y todo ello a cubierto, confinados, pues el estado de alarma nacional decretado el sábado solo permite a los ciudadanos salir de casa para ir a trabajar, al médico o a comprar productos de primera necesidad. Por ahora solo van cinco días de reclusión domiciliaria y ya hay personas que están empezando a sufrir los efectos de permanecer encerradas, aisladas del mundo. No es el caso de personalidades del mundo de la política, cultura y deporte arousanos a las que ha sondeado FARO, ya que el hecho de disponer de una finca al aire libre, ya sea en la vivienda o en el lugar de trabajo, les ayuda a sobrellevar esta anómala situación. "Si estuviese todo el día en un piso me moriría", ironiza el prestigioso escultor cambadés Manolo Paz, quien sigue creando y escuchando el canto de los pájaros desde su reducto de Castrelo, en una parcela en la que tiene su estudio-fundación.

El "privilegio" de disponer de un terreno también ayuda al ciclista Gustavo César Veloso y a la concejala vilagarciana María de la O Fernández a sobrellevar mejor este inusitado periodo de confinamiento. No le ocurre lo mismo a Elena Suárez, una de las tres personas que actualmente está al frente del PP de Vilagarcía, ya que vive en un piso en el centro de la ciudad. "Cuando a las ocho salimos algunos vecinos al balcón para aplaudir el trabajo de los profesionales en esta crisis es un momento muy emocionante porque aquí no es como en el rural, no tienes ese contacto con los vecinos", comenta la política vilagarciana, candidata a diputada autonómica en las elecciones recientemente suspendidas por la crisis del coronavirus. "Ahora eso es lo de menos, no tendría justificación ni lógica mantenerlas".

Suárez Sarmiento vive en un piso con su marido y sus dos hijos, de 18 y 25 años. "Aquí somos todos muy tranquilos y por ahora lo llevamos bien, ya no lo sé si esto dura mes y medio...".

Ella trabaja como directora de un taller de empleo en Vilanova y tiene que ir "de vez en cuando", y su marido es secretario en un instituto de Secundaria, por lo que también debe acudir con cierta asiduidad, turnándose con los demás miembros del equipo directivo para ir al centro. Pero el resto del tiempo están en casa. "Leo, estoy en el ordenador poniéndome al día en muchas cosas para las que no tenía tiempo, organizo la casa tirando papeles y ropa que no vas a poner, ...", relata la exconcejala del PP. Además sigue las redes sociales, pues tiene cuenta en Twitter, Instagram y Facebook, donde publica un diario sobre su confinamiento.

Como tantas otras personas, echa de menos la libertad de poder salir a la calle y estar con su familia y amigos: "Aunque soy casera, por mi tipo de vida estoy mucho tiempo fuera y los fines de semana solemos salir a tomar algo o a cenar, y eso se echa de menos".

Pero lo que más le preocupa a Elena Suárez es su madre. Tiene 88 años y vive sola en Vilagarcía. "Al principio tenía idea de que se viniera con nosotros pero es mejor que esté en su casa. Ella está como un roble, solía salir con sus amigas a tomar el café, es totalmente autónoma, pero la echo de menos. Hablamos por teléfono tres veces al día y de vez en cuando le llevo la compra", cuenta la política conservadora.

La situación de otra política vilagarciana, María de la O Fernández, es totalmente distinta. Tiene dos hijas menores de edad (de 7 y 10 años) y vive en una casa en Cornazo, en una zona con pocos vecinos. Sus hijas son muy caseras (muchos fines de semana quieren quedarse en casa tras el ajetreo de la semana) y por el momento están llevando bastante bien la reclusión. Y es que pudiendo andar en bicicleta, en patinete o echando una carrera por la finca la situación es más llevadera.

Eso por la tarde, pues por la mañana María y su pareja intentan mantener una rutina con las niñas. Ponen el despertador, se visten, asean, desayunan y durante un rato hacen tareas del colegio. "Siguen el horario de materias del cole pero durante menos tiempo", señala María de la O. "A veces en vacaciones si no viajamos estamos mucho en casa, por lo que ellas por ahora no lo notan mucho", indica.

Además de portavoz y concejala de Marea da Vila, es profesora y estos días está teletrabajando. Igual que su pareja, científico en Madrid (aunque natural de Cornazo). "Cuando estalló todo él ya estaba aquí", aclara.

Gustavo César Veloso también está estos días disfrutando de sus hijos y su mujer en su casa de Vilaboa (Vilagarcía). "En estos momentos es cuando valoras la importancia de tener una parcela. Intentamos llevarlo lo mejor posible, hay que ser positivos", declara el ciclista de Bamio.

Para mantenerse en forma realiza dos o tres sesiones de rodillo al día. "Quiero mantenerme lo mejor posible para cuando esta situación se solvente", confía.

Su mujer trabaja un día en la oficina y otro en casa, por tanto está él con los niños, de 9 y 11 años. "Hay maestros que están realizando una labor importantísima aún estando en casa, con aulas on line", agradece Veloso. Después de las tareas, los niños tienen tiempo para hacer cabañas en la finca. "Para ellos son casi como unas vacaciones", concluye.

Manolo Paz vive en un piso en Cambados con su mujer, pero dispone de la Fundación en Castrelo para abstraerse. "Es un espacio grande y allí siempre tengo cosas que hacer. Sigo creando, haciendo mantenimiento, le doy de comer a los perros, etc. Lo importante es estar distraído y ser positivo", recomienda.

La crisis del coronavirus ha paralizado cuatro proyectos importantes del escultor cambadés. Uno de ellos es una exposición en Munich, Alemania.

María de la O Fernández // Concejala y profesora

"Por las mañanas las niñas hacen lo que les tocaba en el cole"

Gustavo César Veloso - Ciclista

"Disfruto de mi familia y ahora es cuando valoras la importancia de tener una parcela"

Elena Suárez - Política

"Por ahora lo llevo bien; lo que más me preocupa es mi madre, que vive sola"

Manolo Paz - Escultor

"El espacio del estudio y la Fundación me da la vida porque en un piso me moriría"