Juan Francisco Nine González, el padre de la niña de Vilagarcía que sufre una cardiopatía congénita que aumenta el riesgo en caso de afección por coronavirus, va de nuevo de camino a Italia; un trayecto de unos 5.500 kilómetros, de ida y vuelta, al volante de un tráiler de 40 toneladas.

Y realiza el viaje en un estado de tensión lógico, consciente de que debe hacer todo lo necesario para protegerse y no perjudicar a su niña. Se fue, una semana más, sabedor de las dificultades que él y el otro chófer que lo acompaña van a encontrarse por el camino, pues como explicaba hace días en FARO, "hay estaciones de servicio en las que ni siquiera nos sirven café; y no solo eso, sino que las hay donde no nos dejan usar los baños para hacer nuestras necesidades". Por eso insiste en FARO en los sacrificios que realizan los transportistas, cuyo papel en esta crisis sanitaria considera esencial, "puesto que si no lleváramos mercancía a los hospitales y supermercados todo sería mucho peor".