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Los geriátricos de O Salnés prohíben las visitas y Cáritas se queda sin voluntarios

-Las residencias de mayores aplican duras medidas de distanciamiento social -El comedor de la ONG solo admite 12 usuarios por turno, y cierra el ropero

Imagen de archivo del comedor social de Cáritas. // Iñaki Abella

Dado que las personas de edad avanzada son el principal grupo de riesgo en la actual pandemia, los geriátricos y residencias de O Salnés han empezado a adoptar medidas drásticas para proteger la salud de sus usuarios. Es el caso del asilo de Cambados y del geriátrico de Ribadumia, que acaban de prohibir las visitas de los familiares. Hay que tener en cuenta que entre los principales focos de expansión del coronavirus en Madrid estuvieron precisamente los centros de la tercera edad.

Personal técnico de la residencia Nuestra Señora de la Valvanera, de Cambados, señala que incluso se revisarán con lupa las salidas de los usuarios que tengan que acudir a una cita médica, de modo que solo podrán ir en aquellos casos en que se trate de una consulta inaplazable. En la residencia de Cambados atienden a 68 personas de edad avanzada. Hay una veintena de trabajadores, y la comunidad religiosa responsable del asilo lo forman cinco mujeres, algunas de las cuales superan también los 60 años. "Ahora mismo estamos bien, pero la realidad es que los empleados venimos de la calle", explica una de las trabajadoras del centro.

Los empleados disponen de gel hidroalcohólico para desinfectar las manos cada vez que entran en las instalaciones, y están empezando a utilizar las mascarillas para reducir el riesgo tanto de contagiarse ellos mismos como, sobre todo, de contagiar a los residentes. "Las mascarillas las compró el centro, y algunas a un precio desorbitado", señala la trabajadora antes citada.

Así, la plantilla del asilo de Cambados cuenta con una partida de mascarillas simples que adquirieron a través de internet, "y que son casi como papel de fumar", así como de otras más sofisticadas, con filtro, que les costaron seis euros cada una. En cuanto a los alimentos, aún los reciben en el asilo.

Geriátrico de Ribadumia

El geriátrico de Ribadumia comunicó ayer mismo a las familias que las visitas externas quedan suspendidas indefinidamente. Pero sí se permitirán en casos excepcionales, incluso de más de una persona.

Cuando estas se produzcan, el personal de la residencia podrá tomar la temperatura corporal y recoger los datos personales de la personas llegadas de fuera, que en cualquier caso tendrán prohibido acercarse a menos de dos metros de los residentes o tocar los objetos y muebles, como pasamanos o sillas. La dirección del centro ha establecido también que no se harán actividades en grupos grandes, y se ha diseñado un plan de contingencia en caso de que se produzcan positivos por coronavirus para mantener a los enfermos en habitaciones individuales.

Sin voluntarios en Cáritas

Cáritas Interparroquial de Arousa se ha quedado prácticamente sin voluntarios. Y no porque estos no quieran acudir a echar una mano, sino porque en muchos casos se trata de personas ya muy mayores, y la dirección de la ONG les ha pedido que se queden en casa por su seguridad y la de los demás. "Por el momento vamos a intentar seguir haciéndolo todo con el personal laboral, a ver si somos capaces", plantea el presidente de Cáritas, Francisco Fernández.

Lo que sí han hecho es tomar una serie de medidas para reorganizar los servicios y optimizar al máximo los recursos humanos de que disponen. La primera que se ha adoptado ha sido el cierre del ropero. Y la segunda es el cambio de horarios y funcionamiento del comedor social de la Praza da Constitución, en Vilagarcía, que en buena parte atendían antes los voluntarios.

Así, a partir de ahora solo podrán comer al mismo tiempo 12 personas (la capacidad del local es de 45), y tendrán que hacerlo en mesas diferentes. Además, están obligados a comer de espaldas los unos a los otros. Empiezan a almorzar a las 13.00 horas (media hora antes que ahora), y el último turno podrá estar hasta las 14.00.

Asimismo, dejarán de darse cenas en el comedor, y los usuarios se llevarán para sus casas unas bolsas con la cena después de comer. El servicio seguirá funcionando todos los días.

"También mantenemos las duchas, la lavandería y el comedor sobre ruedas", indica Francisco Fernández, quien en cualquier caso señala que en estos momentos no van a pedir voluntarios, al entender que eso podría incluso contraproducente para la propagación del coronavirus.

¿Y que sucede con las personas sin techo? El presidente de Cáritas señala que en Vilagarcía duermen en la calle entre seis y ocho personas. Tienen a su disposición los albergues de Vilagarcía y Pontevedra. "Pero sigue habiendo quien no quiere ir a los albergues, y con esa gente poco podemos hacer". Para algunas personas en riesgo de exclusión, el coronavirus sigue siendo un riesgo lejano y abstracto.

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