Carlos Rebelo Marcos afirma que lo que más les costó para conseguir la Q de Calidad Turística fue que el personal interiorizase la nueva forma de trabajar. "Pero cuando empezaron a hacerlo de forma mecánica, por inercia, nos dimos cuenta de que todo el esfuerzo había valido la pena", afirma el portavoz de A Taberna do Trasno (Cambados), uno de los 67 negocios turísticos de O Salnés y Ullán que lucen en su entrada la placa de la Q de Calidad Turística.
Este sello lo otorga el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), una entidad privada sin ánimo de lucro que forma y asesora a los establecimientos que pretenden dar un paso al frente en materia de calidad, los audita, y finalmente certifica anualmente si han superado los exámenes. La marca confiere a los negocios un aura de buen hacer y de mimo por su trabajo que es muy apreciado por los consumidores. Y, sin embargo, menos de un 10 por ciento de los establecimientos turísticos arousanos cuentan con este distintivo.
En Galicia tienen la Q de Calidad Turística un total de 263 negocios. En la provincia de Pontevedra son casi la mitad, 118, y de estos, 67 están en O Salnés y Ullán. Eso significa que la comarca arousana aglutina el 57 por ciento del total. Pero aunque O Salnés sea uno de los territorios donde mayor presencia tiene el sello, aún se ve relativamente poco. De hecho, de las 67 "Q" de O Salnés y Ullán, 44 las tienen empresas de Sanxenxo. Cambados cuenta con ocho; O Grove, con siete; y Vilagarcía solo tiene una.
Son cifras exiguas si se tiene en cuenta que en Sanxenxo hay más de 170 establecimientos hoteleros y en O Grove más de medio centenar, y que la Q de Calidad Turística pueden lucirla muchos otros tipos de negocios: desde restaurantes a bodegas, pasando por agencias de viajes, puertos deportivos y hasta oficinas de turismo y playas. La presencia de la Q de Calidad Turística, por lo tanto, aún es muy baja en la comarca.
Para el representante de los hosteleros en la asociación de empresarios de O Grove, José Manuel González Benavides, "la Q de Calidad Turística sí que atrae gente, pero el coste económico para conseguirla puede ser elevado". Recuerda que para poder lucir en la fachada la placa hay que pagar desde la adhesión al ICTE, que cuesta por término general 175 euros, hasta los procesos de autoevaluación, que cuestan unos 72 euros, y una cuota anual que varía según las características de la empresa, y que va desde los 176 euros hasta los 1.500.
José Benavides opina que tener el sello de calidad es bueno, pero plantea que a menudo los empresarios no se lo pueden plantear, "porque es prioritario tener al día las instalaciones del negocio", y el dinero no da para todo.
El presidente de los hosteleros y empresarios turísticos de Vilagarcía, Ricardo Santamaría, añade otro argumento. "Seguramente la Q de Calidad tiene ventajas, pero muchos hosteleros no lo ven claro".
Considera que para los restauradores es más importante aparecer en la guía Michelin o lograr uno de los Soles de la Repsol que la "Q", de ahí que sean pocos los que se animen a llamar a las puertas del ICTE. Eso sí, el presidente de Ahituvi cree que la Q de Calidad Turística es una buena carta de presentación en localidades como Santiago o Sanxenxo, que reciben oleadas de visitantes, los cuales buscan referencias que les resulten familiares y que les ayuden a reconocer los negocios donde la calidad está asegurada.
Carlos Rebelo, de A Taberna do Trasno, está convencido de que vale la pena el esfuerzo. Ellos tienen la "Q" desde hace tres años, y aunque no se atreve a afirmar que "trabajemos más" gracias al sello, sí sostiene que, "lo que sí sé es que trabajamos mejor".
Para él, la gran ventaja de la distinción que otorga el Instituto para la Calidad Turística Española es que, "transmite confianza al consumidor".
La Axencia Turismo de Galicia tramita ayudas económicas para aquellos que quieran aspirar a tener la "Q". Las bases de la convocatoria están publicadas en el DOG del pasado lunes.
