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Elvira López Boo: "Estamos pasando una época bastante mala por falta de voluntarios"

"Recibimos más de lo que damos. En Cáritas aprendí a valorar lo que tengo"

Elvira López Boo, ayer, en el comedor social de Cáritas Interparroquial en Vilagarcía. // Iñaki Abella

Cáritas Interparroquial de Arousa celebra el próximo jueves (30 de enero) una reunión para intentar ampliar su número de voluntarios. La entidad presta un gran número de servicios de asistencia social, pero para poder desarrollarlos hace falta gente. La falta de relevo generacional obliga a los colaboradores actuales a redoblar sus esfuerzos para no descuidar ningún frente, de ahí que Cáritas quiera crecer en voluntarios. Una de las agentes más veteranas de la entidad, Elvira López Boo, cuenta su experiencia en el voluntariado, y anima a los vecinos a acudir a la reunión del jueves próximo. Será en el comedor social de Vilagarcía, a las cinco de la tarde.

-¿Cómo empezó su vinculación con Cáritas?

-Yo era catequista en Sobradelo cuando don Daniel (el párroco, Daniel Espiño) empezó a decirnos que se iba a abrir un comedor social en Vilagarcía y que hacía falta gente que echase una mano. A raíz de eso nos juntamos un grupo de mujeres, y empezamos de voluntarias.

-¿Ha cambiado mucho el comedor desde entonces hasta ahora?

-Al principio solo dábamos comidas de lunes a sábado. Después empezamos también a darlas los sábados y los domingos, y más tarde también las cenas. Ahora, también les damos el desayuno. Nunca pensamos que se pudiesen hacerse tantas cosas con voluntarios. Pero ahora estamos pasando una época bastante mala por falta de gente. A la juventud le cuesta comprometerse, y muchos voluntarios ya vamos mayores. Sería una pena dejar de prestar algunos de los servicios que damos por falta de voluntarios.

-¿Para qué trabajos necesitan gente?

-Se necesitan para el comedor, para la lavandería, para los desayunos, para el ropero... Y también queríamos recuperar las visitas a las cárceles. Siempre hacen falta voluntarios, porque sin ellos esto no funcionaría.

-¿Los voluntarios dan más de lo que reciben? ¿O es al revés?

-Recibimos más de lo que damos. Muchas veces aprendes un montón de la gente a la que estás ayudando. Aprendes a valorar lo que tienes. Antes de entrar en Cáritas, yo no veía más allá de mi casa. Pero al hacerme voluntaria descubrí el sufrimiento de los padres cuando un hijo se les mete en la droga y no saben donde lo tienen. Por las noches, mi marido y yo siempre dábamos las gracias a Dios al cerrar la puerta y saber que estábamos todos en casa.

-¿Ha olvidado la sociedad que los toxicómanos o los alcohólicos son personas?

-Claro que son personas. Lo malo es que juzgamos demasiado a los demás. Cuando vemos a un chico en la calle lo primero que hacemos es culpabilizar a los padres, sin darnos cuenta de que quizás los padres no pudieron hacer nada por él. Las personas que tienen problemas con las drogas llega un momento en el que se ven tan perdidos que ya no son capaces de dar marcha atrás. Pero esas cosas solo las sabe quien ha pasado por el problema.

-¿Ha tenido alguna vez la sensación de que el hecho de colaborar con Cáritas le privó de cosas importantes en su vida?

-No he tenido que renunciar a nada. Si en algún momento necesitaba irme un día o de viaje buscaba a quien me pudiese sustituir. Nos cubrimos los unos a los otros. Ser voluntario no es tan sacrificado. No somos personas especiales. Somos personas a las que les gusta ayudar, del mismo modo que a otros les gusta ir a tomar un vino y jugar una partida de cartas. Para ser voluntario no se necesita muchísimo tiempo. Si hay que ir a dar las cenas, son dos horas una noche a la semana, y las comidas de los domingos solo nos tocan una vez cada dos o tres meses.

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