Incredulidad e indignación. Estas pueden ser las dos palabras que mejor definen el sentir de la familia arosista, y especialmente, de la cantera del Arosa. Y todo porque el entrenador del cadete B del equipo vilagarciano, David Míguez Cascallar, ha sido sancionado con un total de seis partidos por los incidentes ocurridos el sábado pasado en el campo de A Xunqueira (Pontevedra), donde fue expulsado.

Sucedió, cabe recordar, con el juego parado, cuando entró en el campo para pedir al árbitro que hiciera constar en el acta que desde la grada habían llamado "gordo" a su portero, de solo catorce años.

El hecho de que la Federación castigue ahora al entrenador con seis encuentros de suspensión se considera "algo desproporcionado e inaudito", de ahí que desde la entidad deportiva se pida que se deje sin efecto ese castigo o, al menos, se reduzca de manera significativa.

Insisten en ello los padres de los jugadores del cadete B, muchos de los cuales sostienen que "si se mantiene este castigo al entrenador, lo que habrá que hacer la próxima vez que ocurra algo parecido es retirar a los niños del campo y abandonar el encuentro, ya que por encima del fútbol están la educación y el respeto, y de ningún modo puede tolerarse que se menosprecie a los niños desde las gradas".

Según la resolución comunicada desde la Federación Galega de Fútbol, a Cascallar la cae un partido de suspensión por doble amonestación. Ya se explicó en FARO de VIGO a raíz de los incidentes que el propio entrenador asume su responsabilidad en la primera tarjeta amarilla, ya que saltó al campo sin permiso del árbitro para atender a uno de sus jugadores, que permanecía tendido en el suelo después de recibir una dura patada que no fue sancionada.

Fue en ese instante cuando exigió al árbitro que parara el encuentro o bien que reflejara en el acta que su portero acababa de ser llamado "gordo" por parte de un adulto que se encontraba entre la afición del equipo local, el A Seca.

Pero el entrenador no entiende la segunda cartulina amarilla, ya que el árbitro se la mostró cuando trataba, precisamente, de convencerlo para que reflejara lo ocurrido en el acta, "intentando así contribuir a educar a los niños como personas y a combatir la actitud de los padres que, desde las gradas, no dudan en insultar a los niños, entrenadores y a los propios árbitros".

La segunda amarilla

Y si no entiende esa segunda amarilla, con la consiguiente expulsión, mucho menos comparte que ahora se le impongan otros cuatro partidos de suspensión "por agarrar, empujar o zarandear" al árbitro; algo que el entrenador y los padres de los jugadores niegan rotundamente.

Por si no fuera suficiente, se le impone un partido más de castigo "por incumplir la prohibición de dar instrucciones de índole técnico tras ser expulsado", cuando resulta que al ver la roja Cascallar se fue a la grada y el que siguió dirigiendo a su equipo desde el banquillo fue su ayudante, Gregorio Bouzas.

Como se explicaba el lunes en FARO, faltaban solo seis minutos para que finalizara el encuentro de cadetes A Seca-Arosa, cuando un jugador del conjunto visitante sufrió una fea entrada, sin balón, que lo dejó tendido en el suelo.

Después de una falta

El colegiado, Alejandro Gómez Cerqueiro, no señaló la falta, y cuando se paró el juego para atender al lesionado el portero del club vilagarciano corrió a atender a su compañero y a reprochar la actitud del jugador del A Seca que había cometido la falta, llegando a empujarlo levemente.

En ese momento, un padre llamó "gordo" desde la grada al portero, de 14 años, desencadenando una trifulca verbal entre las dos aficiones. Y fue entonces cuando el entrenador del Arosa se acercó al árbitro para reprocharle su actitud, ya que no hizo nada cuando se escuchó en todo el campo el insulto proferido a gritos contra el portero.