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Un compromiso vital de ayuda a los demás

María González Centeno, jugadora del Cortegada, mostró su implicación social en un viaje a Senegal

Con una niña en el lugar donde desarrolló su labor. // FdV

Detrás de toda motivación se esconde un compromiso. Una causa que se convierte en el catalizador de una serie de acciones encaminadas a saldar esa deuda moral adquirida con uno mismo. Da igual cual sea la afrenta cuando la voluntad es la necesaria. Eso es lo que ha movido a María González Centeno a involucrarse en una acción humanitaria en Senegal durante 11 días.

La actual jugadora de baloncesto en el Cortegada de Vilagarcía, de 26 años, se dejó llevar por su experiencia vital. El ayudar a romper barreras, estereotipos sociales y miedos a ser rechazada son cuestiones a las que María se enfrentó desde bien pequeña por su condición sexual. Como ella misma reconoce, "lo pasé muy mal a la hora de mostrarme libremente como soy. Una vez lo hice, afortunadamente no fue tan grave la cosa, pero no quiero que nadie tenga que volver a pasar por una situación de angustia como la que yo pasé. Sea por la razón que sea y de ahí mi compromiso con acciones que ayuden a mejorar la calidad de vida de las personas".

Fisioterapeuta de formación y profesión, la vocación de ayuda forma parte de su modo de vida. Barajó incluso la posibilidad de subirse a bordo del Open Arms, opción que deshechó al no tener la certeza del tiempo que se podría emplear en esa misión humanitaria. Por ello tomó la opción de Asmun y la oportunidad de visitar África por vez primera para satisfacer su compromiso moral.

La localidad de Mbour fue su destino. Allí, junto a médicos, enfermeras y diferentes operarios llevaron a cabo numerosas acciones por el bien de aquella comunidad. En el caso de la alero que fuera campeona de Europa júnior su labor alcanzó "atender a niños con algún accidente, mujeres con los hombros fastidiados por el peso de las cargas que soportan diariamente, problemas de cervicales...".

Pero el objetivo de María Centeno estaba incluso más allá del tratamiento propiamente dicho, "dediqué tiempo a enseñarle protocolos y formación para poder tener sus propios recursos ante un problema de tensión muscular. Quería que aumentasen sus recursos para resolver sus propios inconvenientes porque no van a tener fisioterapeutas a su alcance como esos días".

La jugadora del Cortegada incluso trabajó en cuestiones relativas a la prevención y detección del cáncer de mama. También despachó con las matronas del lugar para informarles sobre protocolos de actuación en complicaciones derivadas del parto, "es una cultura que hace las cosas de manera muy lógica y natural en lo que a técnicas de parto se refiere, pero hay cuestiones que le pueden ayudar a resolver complicaciones pese a la escasez de recursos de los que disponen".

Lo enriquecedor de la experiencia quedó patente en un sinfín de situaciones. Una de las que impactó a María fue "el ver a las matronas como miraban impresionadas los papeles de los protocolos que le había dado. Y no por el contenido que traduje al francés para que lo entendiesen, sino porque nunca habían visto cuatro folios juntos en su vida. Esas son las cosas que te hacen pensar y darle más valor a lo que estás haciendo allí".

En el centro sanitario donde la baloncestista desarrolló su labor también se celebraron las charlas para las madres. La posibilidad de recibir ropa y alimentos para los niños atrajo a muchas mujeres, en la mayor parte de los casos madres adolescentes. "La sorpresa fue el ver como se implicaban en la actividad atraídas por el papel de protección, importancia y cuidado que le dábamos como mujeres que son. Vieron que desde Europa no nos olvidamos de ellas y entendieron el papel que tienen en su sociedad. Tanto les gustó que nos pidieron que volviésemos el próximo año".

Las niñas de Mbour fueron también la fiel expresión de la realidad que viven las mujeres en la sociedad senegalesa, "alucinaban cuando mis compañeras le decoraban el aula o incluso me veían de sanitaria y me cogían de la mano para que los niños me viesen. La actividad de las mujeres que allí estuvimos se convertía en su propia reivindicación ante los hombres. Les dábamos esperanza y valor para pelear porque todo cambie y ese es el mejor legado que podemos aportarles", concluyó María.

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